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Cuando Guillermo del Toro («Hellboy»; «La Forma del Agua») estrenó «Titanes del Pacífico» («Pacific Rim«) en 2013, el mundo fue arrasado por un nuevo fenómeno fílmico resucitado por el aclamado director mexicano: la ciencia ficción de clase B. Un homenaje (típico de del Toro) a las películas clásicas de monstruos kaiju japonesas de los años 50 y 60 («Godzilla» y sus derivados como ejemplo) y a las grandes piezas de animé futurista de los 80′ como «Robotech» y «Evangelion», que trajo a la pantalla grande el sueño de muchos fanáticos a lo largo del mundo, con una carga eléctrica de estilo y acción por montones. Ahora, 5 años después, es que del Toro se baja de la silla de director y se da asimismo el cargo de productor, para la esperada secuela, «Titanes del Pacífico: La Insurrección», la cual, lamentablemente, deja mucho que desear a la hora de querer volver a ver la magia que vivimos hace ya tanto tiempo.
Sinopsis: 10 años después de la primera invasión que sufrió la humanidad, la lucha aún no ha terminado. El planeta vuelve a ser asediado por los Kaiju, una raza de alienígenas colosales que emergen desde un portal interdimensional, con el objetivo de destruir a la raza humana. Ante esta nueva amenaza para la cual los humanos no están preparados, los Jaegers, robots gigantes de guerra pilotados por dos personas para sobrellevar la inmensa carga neural que conlleva manipularlos, ya no están a la altura de lo que se les viene encima. Será entonces cuando los supervivientes de la primera invasión, además de nuevos personajes como el hijo de Pentecost (John Boyega), tendrán que idear la manera de sorprender al enorme enemigo, apostando por nuevas estrategias defensivas y de ataque. Con la Tierra en ruinas e intentando reconstruirse, esta nueva batalla puede ser decisiva para el futuro.
El debut cinematográfico del director Steven S. DeKnight (famoso por su trabajo a nivel televisivo en series como «Buffy, la cazavampiros», «Smallville», y «Daredevil», entre otras), si bien demuestra que el hombre sabe montar escenas de acción, lamentablemente también sirve como prueba de que para que películas así funcionen, necesitas capturar bien un estilo y una esencia que es la que hace que la película tenga verdadera vida, y resulta triste que no lograra captar esa chispa que hizo que su predecesora fuera tan exitosa.
«…La Insurrección», se siente más como un preámbulo para algo que viene más adelante (y el final así lo comprueba), y por lo tanto, se siente como si su historia hubiese sido apurada y poco pensada, ya que para sus casi dos horas de duración, la película resulta tener un conflicto sumamente simple que se alarga innecesariamente, y asimismo, bastante rebuscado y ridículo, lo cual es mucho decir para una cinta que trata sobre robots gigantes luchando contra kaijus.
Las escenas de acción se vuelven repetitivas y carecen del impacto cementado por la entrega anterior, ya que en esa instancia, había un preámbulo narrativo conciso y preciso que permitía desarrollar a los personajes y su entorno para cada pelea, por lo que siempre se sentía que había mucho en juego en cada escena. En esta instancia, por más efectos especiales que vuelen de un lado a otro, todo se siente como si ocurriera por ocurrir, en especial porque son los robots jaeger quienes toman un protagonismo, y los kaiju quedan relevados a tan solo el último acto, el cual se desenvuelve en una sola gran pelea que se siente sumamente prolongada.
Por otra parte, si bien el reparto hace un buen trabajo, lamentablemente los personajes carecen del carisma que hacía que uno quisiera seguir a los personajes de la primera película, ya que si bien ellos eran caricaturescos, tenían las dimensionalidades y estilo necesarios y propios de los titulares de los mejores animés de ciencia ficción. En esta ocasión, sin embargo, ni siquiera todo el encanto de John Boyega («Star Wars VII: El Despertar de la Fuerza»), ni la actuación recomendable de la primeriza Cailee Spaeny (como la joven Amara Namani), logran dar fuerza a un reparto de personajes que se siente cliché y poco inspirado, bastante predecible y fundido con un humor sumamente básico que deja mucho que desear (hay hasta un chiste del «Trololo», no es broma); sin mencionar que hay un giro involucrando al personaje de Charlie Day («Quiero Matar a Mi Jefe») que resulta ser involuntariamente chistoso al salirse de los límites de lo plausible, incluso dentro de esta historia.
Para resumir, «Titanes del Pacífico: La Insurrección», es una película que lamentablemente decepciona por el hecho de que falla en capturar la esencia que hizo a su predecesora tan épica y entretenida de ver. Sin embargo, a pesar de tener una historia poco inspirada, su enfoque de acción es más que suficiente para dar goce y entretención a todos quienes quieren ir al cine a ver algo explosivo, lleno de acción y sin mucho que pensar, al más puro estilo de las películas de Michael Bay (la verdad es que «Transformers 6» se siente como un buen título alternativo para la película).
«Titanes del Pacífico: La Insurrección» está ya disponible en todos los cines del país a partir del 22 de marzo.
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