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«1917» es una película que se acercó a pasos silenciosos a nuestro país, sorprendiendo a muchos al ser anunciada como la ganadora en las categorías de «Mejor Director» y «Mejor Película» en los recién pasados Globos de Oro. ¿Es la más reciente obra del director de «American Beauty» digna de ovacionar?
Sí, sin rodeos. Presentándonos una historia ambientada en la Primera Guerra Mundial, el director se encarga de provocar una destacable sinergia de todos los elementos de la cinta, entregándonos un resultado realmente asombroso.
Sinopsis: En el apogeo de la Primera Guerra Mundial, dos jóvenes soldados británicos, Schofield (George MacKay de Capitán Fantástico) y Blake (Dean-Charles Chapman de Game of Thrones) tienen una misión aparentemente imposible. En una carrera contra el tiempo, deberán cruzar el territorio enemigo para entregar un mensaje que evitará un ataque mortal contra cientos de soldados, incluyendo al hermano de Blake entre ellos.
«1917» se propone una misión simple y clara desde el inicio: Seguir a dos jóvenes soldados que deben cumplir con una importante y personal misión. El relato utiliza la Guerra como telón de fondo, pero se enfoca mayormente en reflejar las experiencias y sentir de quienes deben vivir la cara más cruda del enfrentamiento, directamente donde se desarrolla. Es así como de manera sutil pero realista, nos interiorizamos en los miedos y motivaciones de los soldados Schofield, el que ha convertido la guerra en su nueva realidad y Blake, un joven que daría todo por salvar a su hermano. Ambos personajes rápidamente se convierten en los guías y compañeros de nuestro viaje a través de las trincheras y de un espiral de emociones.
Las imágenes, muchas veces descarnadas, nos sumergen de inmediato en la infame realidad del campo de batalla, haciendo del dolor físico y emocional algo tangible para quienes nos enfrentamos a la pantalla. La película nos presenta una serie de paisajes exteriores que conectan muy bien con el sencillo pero potente guión de la cinta, que conmueve en más de una oportunidad. A su vez, el impecable uso de dos únicos planos secuencia le otorga un atractivo visual que sólo se incrementa al conocer el trabajo que existió detrás de cámaras. Todos estos elementos se encuentran en un justo equilibrio, terminando por entregarnos escenas tan impactantes que terminan robándote uno o dos latidos.
Como si fuera poco, Mendes logra acompañar esta gran apuesta visual con un juego temporal sumamente atractivo, en donde el transcurso de un día de guerra es reflejado de forma increíble a través del mencionado plano secuencia, haciéndonos sentir parte de cada uno de los movimientos de los protagonistas mediante un inteligente juego con nuestra percepción.
Con una serie de participaciones actorales importantes, como la de Colin Firth, Benedict Cumberbatch o Richard Madden, el mayor peso recae en los dos protagonistas, que muestran total compromiso con el desafío que se les plantea. La interpretación de George MacKay es conmovedora hasta las lágrimas.
Una película que hizo su camino en silencio, pero que no dejará de resonar en esta temporada de premios y que por ningún motivo debes dejar de ver en el cine.
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