[Crítica] «Poder que Mata»: Mentiras Verdaderas

Gracias nuestros amigos de “BF Distrubution” tuvimos el agrado de ver “Poder Que Mata”.   Un thriller político, basado en el caso “Plamegate”.   Donde oficiales de la Casa Blanca revelaron la identidad de una agente de inteligencia de la CIA para desacreditar al esposo de esta, quien publicó un artículo en el New York Times, donde acusaba al gobierno de Bush de manipular información sobre la fabricación de armas de destrucción masiva en Medio Oriente, para justificar la invasión a Irak en el 2003.

La historia gira en torno a Valerie Palme (Naomi Watts), quien lleva una doble vida como agente de la CIA, investigando acerca de la amenaza nuclear por parte de Saddam Husseim contra EEUU.  Mientras que en el hogar, es una dedicada madre y esposa.

Este factor, no representa problema para su esposo Joseph (Sean Penn), ambos tratan de llevar una vida normal frente a sus amigos, pero surgen conflictos personales al ver que todo el mundo habla con propiedad de un tema que ha sido manipulado, poniendo en jaque sus principios, desmintiendo al resto por ser ignorantes de una verdad que es ajena a ellos, pero cotidiana para él y su esposa.

Sólo vemos personas frágiles ante un sistema de jerarquía a base de poder e influencias, que limita a las personas a cumplir un rol tan superficial como es vivir sus vidas. Pero esta cotidianidad en abuso mueve al protagonista a alzar la voz, desencadenando el conflicto neurálgico de la historia a cargo del antagonista de turno David Andrews, quien encarna a Lewis Scooter Libby, el jefe de gabinete del vicepresidente Dick Cheney.

Las actuaciones de Penn y Watts son impecables, su química es más que evidente tras trabajar juntos en “El Asesinato de Richard Nixon” y “21 Gramos”. Logran sostener sus personajes sin opacarse entre sí, ni al resto del elenco.

La película está a cargo de Doug Liman (The Bourne Identity), un experto en espías y acción.   En esta ocasión aborda uno de los temas más controversiales de la historia contemporánea, donde el poder político de una nación sobrepasa toda norma y valor social, utilizando sus influencias para sembrar el miedo entre sus habitantes con el fin de manipularlos a través de los medios de comunicación.

Liman inyecta energía a un filme que se alimenta del drama, otorgándole potencia sin recurrir a persecuciones  o balaceras, sustentándola con un guión impecable e intrigante, con la actuación de grandes actores que logran dar un sentido heroico a sus personajes, no solo al enfrentarse a sus convicciones sino al hacerlo contra la máxima autoridad: La Casa Blanca. Convirtiéndose en “mártires de una causa humanitaria”.

La película bombardea al espectador con extractos de información, y a ratos consigue la forma de un documental, al mezclar las escenas con registro visual de la época. Volviendo lúdico el relato con un tono irónico impreso en las líneas de los personajes.

“Poder Que Mata” logra atrapar al espectador, con la base de ser una historia real, aunque parezca ficción, llena de aristas y repercusiones que no dejan indiferente a nadie. Creando una discusión que se agradece, por ser una acotación histórica con un mensaje plasmado de sentido ético y moral.

Basada en el libro “Fair Game: My life as spy, my betrayal by the white house”, la película habla y se defiende por sí sola. Uno de las mejores películas en la cartelera actual.

Excelente.

Pastitoway.