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Me senté sin mayor expectativa en la sala, no me acordaba en qué estaba la saga después de la quinta entrega. Esperaba encontrarme con un incesante ruido de motores que hiciese que mi atención se desviara de la cinta o con los forzados cameos de figuras del reggaetón o de la música urbana. Para mi sorpresa, me encontré con un producto bastante entretenido, que hizo que no despegara mis ojos de la pantalla y me sacó más de una carcajada.
Sinopsis: Desde que el corpulento hombre de leyes Hobbs (Johnson), un leal agente del Servicio de Seguridad Diplomática de América, y el forajido Shaw (Statham), un ex militar operativo británico, se enfrentaron por primera vez en Rápidos & Furiosos 7, el dúo ha intercambiado confrontaciones verbales y físicas al intentar derrotarse. Sin embargo, cuando Brixton (Idris Elba), un anarquista cybergenéticamente modificado toma el control de una mortífera arma biológica que podría cambiar a la humanidad por siempre—y vence a una audaz y brillante agente (Vanessa Kirby de The Crown), que es además hermana de Shaw— estos dos enemigos a muerte deberán hacer equipo para vencer al único hombre que podría ser más terrible que ellos mismos.
Dirigida por David Leitch (Deadpool 2), «Rápidos y Furiosos: Hobbs & Shaw» se convierte una envolvente aventura llena de acción y humor en diferentes escalas. A pesar de ser un spin-off de la taquillera saga de autos, la cinta sabe capturar parte de la esencia que llevó a ser tan exitosa las aventuras de Toretto y O’conner, sin dejar un rastro claro de su propia identidad y de cómo esta historia puede ser el inicio de muchas otras.
Hobbs (Dwayne Johnson) y Shaw (Jason Statham) deberán limar sus asperezas en pro del bienestar mundial. Un virus puede destruir la vida como la conocemos y los únicos que pueden detener el apocalipsis biológico son ellos. Es bajo esta premisa que la película tiene de todo, la constante rivalidad de los protagonistas es un mar de insultos infantiles y referencias a la cultura pop, escenas que conviven en armonía con esas constantes escenas de acción puestas en la cinta.
La misión que deben llevar a cabo es totalmente clara desde un inicio, al igual del mensaje de “familia” que entrega la trama. Siendo este la primera gran diferencia con la historia de Toretto, el enfoque que se le da al concepto familia. Otra señal de diferencia es el soundtrack y es que, Hobbs & Shaw entrega un repertorio bastante variado, el cual acompaña de forma exacta cada momento sin caer en la caricaturización.
Elba es un villano muy bien trabajado, tiene su propia historia con Shaw y promete traer equilibrio a la humanidad, acabando con los más débiles. Desde el inicio se sabe que será un hueso duro de roer y a pesar de todas las acrobacias mostradas, sabe entregarle esa cuota de maldad que hace que una película resalte de otra.
La historia se desarrolla de manera dinámica gracias a la química expuesta por el elenco, aquí hasta los papeles más pequeños tienen algo que entregar y que te hará desear ver de nuevo la película. Vanessa Kirby, quien interpreta a la hermana de Shaw, sabe mostrar que no es una princesa en apuros y que en más de una ocasión será quien salvará a su hermano y al policía samoano.
Con muy interesantes cameos la película entretiene sin buscar ser pretenciosa, si bien, la historia y las maniobras pueden resultar poco creíbles, Hobbs & Shaw encuentra la forma perfecta de enganchar a la audiencia; incluso a quienes no tienen mayores expectativas. En su semana de estreno, está destinada a refrescar la cartelera y mostrar porque los motores nunca pasan de moda.
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