[Crítica] «Lazos de Sangre»: De Niña a Mujer

El pasado 7 de Abril, llego a la cartelera nacional la película “Lazos de Sangre” (Winter´s Bones), un filme basado en el libro homónimo de Daniel Woodrell; que nos lleva a los fríos bosques de Ozark, al sur de estados unidos, donde una joven adolescente toma las riendas de su hogar para encargarse de dos pequeño hermanos y una madre enferma. Pero una inesperada noticia la obliga iniciar una búsqueda desesperada contra el tiempo para localizar el paradero de su padre; un narcotraficante que es requerido por la justicia.  Para ello, deberá adentrarse en las turbias relaciones de sus familiares, en terrenos inhóspitos y desconocidos, con tal de mantener a su familia unida y a salvo.

Es el segundo filme de Debra Granik, quien ya se abrió pasó entre los festivales de cine más importantes, destacando su doble participación en Sundance Film Festival, donde el 2004 con la cinta Down To The Bone fue nominada con el gran premio del jurado, donde triunfó en la categoría de mejor dirección de drama.       Pero no fue hasta el 2010 cuando su nombre y trabajo saltó a la palestra al llevarse el gran premio del jurado con esta misma cinta pues con “Lazos de Sangre” consiguió 4 nominaciones a los premios Oscar, incluyendo mejor actriz y mejor actor de reparto.

Lazos de Sangre nos muestra lo cruel que puede ser el destino, sumado a las falencias de un sistema social que debe, pero que no logra, hacerse cargo de los más desvalidos: los niños.

Ree (Jennifer Lawrence) es una adolescente, que debe asumir el rol de jefe de hogar y encargarse de cuidar, alimentar e incluso educar a sus dos hermanos menores, a su vez, cuidar de su madre ida.     Podemos ver a una joven llena de vida, pero decepcionada de la vida, quien observa tras las puertas de su antigua escuela la inocencia robada. Sus sueños y esperanzas arrebatados por las malas decisiones de quien se supone que era su protector; su padre.

La música, que acompaña el alma herida de la protagonista, se cuela sigilosamente en la retina, tornándose una con las imágenes de bosques y pueblerinos; austeros como el invierno, llenos de tristeza y quietud que demuestran una vida difícil con oportunidades limitadas, donde la única salida es la más fácil; la marginación.

La calidad actoral pasa desapercibida, no por ser mediocre, sino, por ser tan real. La autenticidad de la actuación, en conjunto con la fuerza narrativa, logra transportarnos al lugar de los sucesos, a ser testigos de un hecho que parece salido de un documental.

La lentitud de la narración, puede ser un punto en contra para quienes acostumbran adelantar con el control la parte “fome de la película”, pero esa lentitud es la que permite captar la esencia del relato; de la protagonista; de su mundo; de su viaje, que se vuelve una verdadera cruzada: una expedición militar contra sus parientes consanguíneos, quienes ocultan en la intriga y el suspenso vital información del paradero del padre de Ree.

Es aquí cuando el relato pasa del drama al suspenso, con toques de thriller. Donde los lazos pasan a segundo plano cuando “el negocio familiar” pende de un hilo por la intromisión de una “mocosa impetuosa” que está dispuesta a todo con tal de conseguir una respuesta, una solución a su complejo dilema; la posibilidad de perder su hogar si su padre no se presenta ante la justicia.

Esto la lleva a encarar el macabro poder destructivo de la droga, sus implicancias y su destructivo paso por el lecho de su hogar. Redescubriendo el obscuro pasado de su padre, su legado y las devastadoras consecuencias de involucrarse con aquel ambiente.

La intervención de Teardrop (John Hawkes), logra asustar aún más a la indefensa joven, con una desquiciada “presencia ausente”. Un ente de la droga, que carece de razón o alma, pero transmite una mirada delicada de tristeza y sumisión ante la vida, que solo se percibe a ratos. Indiscutible la performance de Hawkes, quien ilustra de manera excepcional a un adicto.

“Lazos de Sangre” logra cautivar con la simpleza de su imagen, con una historia potente, “fuerte” para quien relaciona la escena con los parajes de quien conoce el tema o ha indagado en la subcultura existente en las fauces de lo ilegal.

Con momentos tensos donde uno se compadece del sufrimiento tanto físico como emocional e incluso psicológico por el que debe pasar una joven que ha sido vulnerada en su inocencia, tanto de niña, como de persona; humillada y privada de la dignidad, sin honores ni abrazos de consolación. Solo premiando su cansancio con una pausa y un silencio que dice: “Aguanta”. Dejándola en el mismo lugar donde comenzó, pero llena de cicatrices, en una transición poco amigable de niña a mujer.

Una cinta fuerte por donde se le mire, llena de sentimiento contradictorios que dejaran un vacío lleno de dudas, porque no es un filme para contemplar; es para pensar y cuestionar. Para desconectarse de la vida superficial, descubriendo o recordando el verdadero sentido de la necesidad.

Un juicio a las oportunidades, al sistema, a la sociedad. Todo entre sutiles líneas, que invitan al cuestionamiento, a la culpa y a la humildad. Ideal para valorar la perseverancia, pero estas son solo meras interpretaciones de una mente llena de cuestionamientos.

Interesante.

Pastitoway.