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Lo curioso de ser crítico, es que cuando no tienes una respuesta clara a la pregunta «¿Cuál es tu película favorita?», por defecto acuden a preguntarte por películas que consideras increíbles o prácticamente perfectas. Es en esa instancia que mi primera respuesta, de manera instantánea, resulta ser «Amadeus» (1984) de Miloš Forman («Atrapado Sin Salida»; «Larry Flint: El Nombre del Escándalo»), la cual está basada en la obra homónima de Peter Shaffer («Equus») de 1979 (quien también escribió el guión adaptado para la película), arrasó en los premios Oscar de 1985, llevándose 8 estatuillas incluyendo la de Mejor Película; y es hasta la fecha la última producción fílmica en tener a dos de sus actores nominados al premio por Mejor Actor. Pero más allá de sus galardones, esta película es un ejemplo de lo que es adaptar fielmente al cine una obra de teatro en su totalidad, y no desperdiciar ningún solo segundo de metraje en lo absoluto.
Sinopsis: Antonio Salieri (F. Murray Abraham) es el músico más destacado de la corte del Emperador José II de Austria (Jeffrey Jones). Entregado completamente a la música, le promete a Dios humildad y castidad si, a cambio, conserva sus extraordinarios dotes musicales. Pero, después de la llegada a la corte de un joven llamado Wolfang Amadeus Mozart (Tom Hulce), Salieri queda relegado a un segundo plano. Enfurecido por la pérdida de protagonismo, hará todo lo posible para arruinar la carrera del músico de Salzburgo. Mientras tanto, Mozart, ajeno a las maquinaciones de Salieri, sorprende a todos con su genialidad como músico, pero también con sus excentricidades.
Hay mucho que apreciar en «Amadeus», pasando por sus impecables actuaciones, impactante banda sonora, y su hermosa producción de escenario y vestuario; pero si hay algo que destaca por sobre todo, es la increíble historia que la película relata, y cómo los elementos mencionados anteriormente la traen a la vida.
Peter Shaffer es un increíble dramaturgo, pero para quienes han leído la obra original, podrán denotar que el adaptarla al cine sería un gran desafío, especialmente porque dicho traslado del escenario a la pantalla grande posibilita -y en cierta medida requiere- el desarrollar aún más a los personajes a través de contexto narrativo; aumentar la escala de la producción (escenarios, vestuarios, extras, etc…); y principalmente, justificar la historia de una obra a un contexto fílmico de 3 actos. Shaffer entendía bien su trabajo, tanto así que logró transformar su aclamada obra en un guión que posibilitó la existencia de una de las mejores producciones hechas en la historia del cine.
Lo interesante que tiene la historia, es que cuenta un relato que trasciende los gustos nichos de aquellos amantes de las películas que tratan con figuras históricas y/o que son de época; y se enfoca en tomar la esencia de uno de los artistas más renombrados del mundo, y transformar todos los sentimientos que evoca su música (la euforia, la locura, la alegría, el pesar, la tristeza, etc…) a una pieza narrativa que no es tan solo un drama, sino una historia que -si bien se toma sus libertades creativas y no cuenta con una completa exactitud histórica- trata un misterio que se desenvuelve detrás de una rivalidad poderosa y sutil, como rara vez se ve en el cine.
Tenemos al personaje de Antonio Salieri, quien en su devoción a la música, ha sacrificado su vida entera con el fin de traer dicha el mundo a través de su visión musical; mientras que por el otro lado tenemos a Wolfgang Amadeus Mozart, quien es el prodigio y virtuoso musical que Salieri aspira a ser, pero sin embargo no ha sacrificado nada en pos de esos dotes; es infantil, insolente, vulgar, y sin embargo, es él quien fue «escogido por Dios». Es a partir de eso que vemos una historia desde el punto de vista de un hombre que decide cuestionar y desafiar al mismo Dios mediante un saboteo constante a quien recibió los dones que él nunca tuvo; y con ello viajamos a través de una épica que toca el trasfondo de la fé, la gloria, la mediocridad, y el destino.
La película asimismo rebosa con un increíble balance tonal, lo cual es notable siendo que la película dura casi 3 horas (y el corte del director de hecho las alcanza), y aún así, pasa por varias escenas que navegan por un sinfín de emociones, pasando por las aristas de los musicales, a los dramas de época, a la comedia, y luego al drama, con matices claros y a veces, sumamente oscuros. Todo esto se desenvuelve sumamente bien desde la primera escena, y logra que cuando llegue el final, se sienta como una experiencia totalmente completa en todos sus aspectos.
El director Miloš Forman claramente tuvo una visión para la película, la cual cautiva en cada escena que tiene. Todo momento es capaz de tenerte pegado a la pantalla por la dirección aplicada a todos los elementos que conforman la producción; sea un despliegue épico de las óperas, con sus butacas llenas de aristócratas en sus trajes resplandecientes, o a los artistas que bailan y cantan en el escenario, frente a un eufórico Mozart dirigiendo su música a la orquesta; las alocadas fiestas entre los artistas del mundo bajo, con sus disfraces, juegos y banquetes; y los hermosos palacios con sus amplios pasillos llenos de ventanas, y sus gigantescos salones llenos de decoración milenaria, entre otras cosas.
Por el otro lado, no se puede hablar de «Amadeus» sin denotar las increíbles actuaciones de Tom Hulce («Colegio de Animales»; «El Jorobado de Notre Dame») como Mozart, y F. Murray Abraham («Scarface»; «El Gran Hotel Budapest») como Salieri. Ambos actores demuestran un rango increíble como actores, al interpretar a dos artistas que son uno mismo con la música, pero a partir de ámbitos muy diferentes; siendo Mozart el prodigio cuyos dotes son la razón de su locura y libertinaje, mientras que Salieri es el músico devoto al mundo de la música, cuya ambición por la perfección lo ciega en un camino de celos y desprestigio propio. Hay tanto poder puesto en las actuaciones, que es muy difícil no estar encantados cada vez que están en pantalla, lo cual para nuestro agrado, es prácticamente toda la película. Y por supuesto, no hay giro al personaje de Mozart que sea más notorio y memorable como lo es la chillona y pegajosa risa aportada por un increíble Hulce en los momentos necesarios.
Finalmente, es imposible no hablar de la deslumbrante banda sonora, que si bien recrea de manera estruendosa y vibrante a las grandes obras del maestro Mozart, también sabe cómo aplicarlas en el momento preciso para así darle más poder a cada escena. La película en su totalidad sabe cuándo musicalizarse y cuándo no; sabe cuándo entrar con una obertura estruendosa y cuándo es mejor construir una tensión musical que va escalando de a poco. No hay banda sonora aplicada a una película que sea mejor que la de «Amadeus», eso se los puedo garantizar.
Si bien en la mayoría de mis reseñas suelo hablar de las fallas que encuentro en las películas, «Amadeus» es la única excepción en toda la lista de mis films favoritos que, como mencioné en un principio, es mi opción predilecta cuando me preguntan qué ejemplo es en mi opinión «perfecto». Una producción llena de vida de principio a fin, capaz de transportarnos a una época donde los artistas rebosaban con talento y gracia, careciendo de las millonarias fortunas de hoy en día, ya que su prestigio era su fortuna; capaz de contar una historia que nunca se vuelve tediosa, sino que nos muestra a personajes llenos de personalidad y emociones humanas, y que asimismo nos hace sentir a través de la música, y vivir esa misma pasión que los protagonistas sienten. En un momento, el emperador José II critica a Mozart por emplear una producción con «simplemente, demasiadas notas»; «Amadeus» no es el caso, por el contrario, es más que suficiente, y tiene las notas perfectas y necesarias para merecer una ovación de pie.
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