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Emotiva, hermosa y, por difícil de creer, real, «Una Razón Para Vivir» es el testimonio de vida de Jonathan Cavendish, productor de la película e hijo del protagonista de esta historia.
Sinopsis: Robin (Andrew Garfield), es un joven atractivo, brillante y aventurero cuya vida dará un cambio radical cuando la polio deje paralizado su cuerpo de por vida. Apoyado por su mujer Diana (Claire Foy), Robin hará todo lo posible por no vivir infeliz, por lo que decide viajar alrededor del mundo y transformar la vida de otras personas con su humor, coraje y ganas de vivir.
Parte como si todo fuera un sueño. Un romance perfecto que nace sin dificultades, pues son el uno para el otro. Las imágenes de paisajes hermosos y los colores vívidos son el inicio perfecto, como una metáfora de la relación más linda que podría existir. Pero la pesadilla llega muy rápido.
«Una Razón Para Vivir» está hecha para sufrir. El estudio la hizo con la intención de emocionar y lo logra. Por lo mismo uno se cuestiona, ¿cómo es posible que esta historia sea real?
Pero lo es, y es un homenaje a la vida del padre del productor de la cinta. Jonathan Cavendish es más conocido por su trabajo en la producción de las películas de Bridget Jones, pero esta vez tomó la historia de su propio padre: Robin Cavendish.
De hecho el proyecto tiene un carácter tan que personal, que incluso Andrew Garfield conoció a la verdadera Diana (esposa de Robin), a su familia y amigos, para conocer más sobre la personalidad de su personaje,
Pero la mejor parte de la cinta se la lleva el increíble trabajo de Andrew Garfield, quien atraviesa por la depresión, la agonía, la felicidad, el amor y la tristeza con tanta intensidad que con una sola escena deja en silencio a toda la sala de cine.
«Una Razón Para Vivir» es más que una película de fin de semana. La recomiendo totalmente para ver en pareja, con amigos o en familia, pues es una historia que traspasa la simple relación amorosa, dejando una reflexión sobre la forma en que disfrutamos la vida.
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