Tiempo estimado de lectura: 5minutos, 32segundos
Todd Phillips cementó su carrera como director una vez que estrenó «¿Qué Pasó Ayer?» (The Hangover) en 2009. Si bien distó de ser su primera película, fue -y sigue siendo- su mayor éxito comercial y crítico, lo cual dio hincapié a que dicho crédito fuera mencionado en cada una de sus películas de ahí en adelante («Todo Un Parto», «¿Qué Pasó Ayer? II y III»); y el mismo caso fue con su producción más reciente, «Amigos de Armas»(War Dogs). Es por esto que uno tendría las expectativas de encontrarse con otra película más dentro del humor crudo y ridículo de Phillips, sin alcanzar la gloria de lo que fue su primera entrega en la franquicia de sus amnésicos personajes…he de admitir que me topé con algo mucho más grande de lo que esperaba.
“Amigos de Armas” sigue la historia de dos amigos en sus veintitantos (Jonah Hill y Miles Teller) que viven en Miami Beach durante la guerra de Iraq, y que aprovechan la muy poco conocida iniciativa del gobierno que le permite a pequeñas empresas competir por los contratos militares de armamento de los Estados Unidos. Poco a poco, comienzan a juntar mucho dinero y a vivir la buena vida. Pero el dúo se pone de cabeza cuando cierra un contrato de 300 millones de dólares para equipar a los militares Afganos — un acuerdo que los expone a negociar con entes muy peligrosos, incluyendo al propio gobierno de Estados Unidos.
Claramente no es una trama que uno usualmente esperaría que fuera adaptada por Todd Phillips, y que asimismo estuviera protagonizada por actores que ya tienen un alto estatus dentro de Hollywood, como lo son Jonah Hill («El Juego de la Fortuna»; «El Lobo de Wall Street») y Miles Teller («Whiplash»). Sin embargo, Phillips no tan solo logra presentar lo que es probablemente la película más sobria y seria de su carrera, sino que también logra demostrar que no es un perro de un solo truco, y que aún le quedan herramientas para mantenerse relevante.
Para empezar, aplaudo que Phillips decidiera salir del humor burdo y las tramas exageradamente ridículas, para entregar la adaptación de una historia verídica (que ya resulta increíble, interesante e incluso bizarramente chistosa por sí sola) con un balance equilibrado entre lo serio y lo chistoso, nunca de manera exagerada, sino de manera muy sutil y agradable.
Asimismo, Phillips claramente buscó adaptar el estilo de dos de los grandes cineastas de nuestra época: Martin Scorsese y Quentin Tarantino. Si bien no es novedad que un director adapte un estilo que no sea propio, es poco común ver que esta decisión funcione de manera efectiva, en el sentido de que se logre dar el homenaje correspondiente al autor de dicho estilo, y que al mismo tiempo se logre aportar algo original a la mesa por parte del director en sí. Phillips claramente está al tanto de estos requisitos, y lo que nos da a causa de ello, es su propia versión de «El Lobo de Wall Street» (una voz en voice over que nos explica y sumerge dentro del mundo de los contratos armamentistas, una banda sonora memorable y llena de temas clásicos y contemporáneos), más acotada y segmentada (en capítulos bien definidos como lo hace el maestro Tarantino), pero aún así, sin perder su esencia de autoría.
Por otra parte, si había algo que tenía que ser de calidad esencial en esta película, eso era el reparto; y no decepciona en lo absoluto. Teller y Hill son una increíble dupla, con una muy buena química entre ellos en vista de su balanceada disparidad; siendo el David Packouz de Teller la arista más recatada, seria e inocente dentro de la historia, mientras que Hill -en otro increíble rol que es de no olvidar-, con su Efraim Diveroli, es la arista más codiciosa, cruda y despreciable de toda la historia; y sin embargo, es por lejos la parte más memorable de la película, sacando la mayor cantidad de risas con su histrionismo sarcástico y apático, y una risa que queda para ser recordada en conjunto con la de Tom Hulce en «Amadeus» (1984).
La gran potencia de la dupla principal, ayuda a resolver los problemas que la película presenta; ya que si bien son menores, no quita que deban ser mencionados. Por un lado, la pareja del personaje de Miles Teller, interpretada por la bellísima Ana de Armas («Knock Knock: Seducción Fatal»), realmente se vuelve una arista muy poco relevante con el transcurso de la película, ya que por más agradable que sea de ver en la pantalla, la verdad es que los dotes actorales de esta mujer son bastante acotados, y quedan mucho más expuestos al estar en contraste con las interpretaciones de Teller y Hill.
Asimismo, un gran factor que le juega en contra a la película (a pesar de no ser culpa estricta de la misma, sino de Warner Bros.) es que el marketing vende una película estrictamente cómica; cuando en verdad dista completamente de serlo. «Amigos en Armas» es una película biográfica de crímenes de guerra (principalmente políticos, más que directos), en donde se balanza la comedia y el drama (lo que se conoce como una tragicomedia o una dramedy); y es precisamente eso lo que uno tiene que tener en mente antes de verla, ya que esa misma noción es la que lo predispone a uno a hacerse las expectativas indicadas (me topé con más de una persona que salió decepcionada por haber creído que sería más cómica).
Para resumir, «Amigos de Armas» es una notable e inesperada nueva entrega por parte del director Todd Phillips, que si bien de ninguna manera figura dentro de los estrenos más grandes del año, se destaca bajo el mérito propio de ser un buen ejercicio de adopción y mezcla de estilos cinematográficos, presentar notables actuaciones por parte de sus protagonistas (Jonah Hill merece al menos un Golden Globe), y lo que es más importante, por contar una historia interesante con el debido respeto que requiere y con el estilo adecuado para hacer de ella algo sumamente entretenido. Una recomendación sólida y agradable para quienes buscan entretenerse y aprender algo nuevo en el cine.
Deja una respuesta