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AFA, Alejandro Fernández Almendras (Huacho, Matar a un hombre), vuelve a sorprendernos con esta nueva película, “Aquí no ha pasado nada”, cinta inspirada en el caso de Martín Larraín y que desde principios de año ha participado en diferentes festivales con muy buena crítica.
Sinopsis: «Aquí no ha pasado nada» acontece en un balneario donde veranea la gente más poderosa de Chile, un mundo frío, superficial, triste y complicado, el de los empresarios, los políticos. En este contexto, Vicente (Agustín Silva) es acusado como responsable de un accidente del cual no sabe nada ¿quién lo acusa? un amigo, Manuel Larrea (Samuel Vicuña), respaldado por los abogados de su poderosa familia.
Primero que todo, debo decir que «Aquí no ha pasado nada”, me sorprendió, y es un agrado ver como los directores van creciendo y madurando a través también de sus películas.
Mi principal sorpresa fue encontrarme con un filme que logra generar reflexión más allá del conflicto inicial, que deja en un segundo plano el caso legal en el cual está basado, para presentarnos un oscuro mundo de relaciones humanas superficiales en su máximo esplendor.
Vicente no recuerda mucho lo sucedido en el accidente producto de la borrachera, su familia y conocidos recrean una verdad a conveniencia propia, siendo por falta de carácter y apoyo, abrumado y consumido por la situación. «A 33 AÑOS DEL GOLPE, NADIE NI NADA ESTÁ OLVIDADO» se lee en uno de los muros mientras Vicente y su tío (Alejandro Goic) conversan sobre el testimonio dado sobre el accidente, un detalle, que nos hace entender que la farsa es también una alegoría a la dictadura chilena, incluso tal vez pueda ser pretenciosa y quedarse corta en este punto, dónde la resignación y el pesimismo de no tener las herramientas para enfrentar a los poderosos hace que la verdad no sea suficiente, porque la verdad no es la verdad, no si tienes los recursos suficientes para cambiarla a tu favor y manipular el sistema judicial.
Otro puntos destacables, son el soundtrack y el casting. El soundtrack nos transmite un pesimismo a lo largo de toda la película, y algunas canciones de Tiro de Gracia y Anita Tijoux –well played AFA-, nos enrostran el poderío de lo inevitable, porque «obvio que Dios es un cuico». Mientras que el casting logra casi calcar el mundo juvenil de la élite, como sus mismos protagonistas lo han indicado, es el lado B, de un mundo al que están acostumbrados y con el que han convivido siempre.
La cinta es el reflejo de una parte de Chile y un recordatorio a nuestra sociedad desmemoriada. Que al igual que un borracho, olvida muy fácil y que al intentar recordar, prefiere dejar todo como está, en el olvido, porque aquí no ha pasado nada.
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