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«Blade Runner» (1982) es sin duda uno de los referentes fílmicos más grandes dentro del mundo de la ciencia ficción. Independiente de si la aman, les es indiferente, o no les gusta, la verdad es que no se puede negar que la cinta fue una muy avanzada para la época en la que se estrenó (tanto a nivel técnico como temático), y lentamente fue adquiriendo un estatus de culto con las masas, que terminó inspirando a muchas de las grandes películas del género que conocemos hoy en día («Ghost in the Shell», «Matrix», «Inteligencia Artificial», «Ex Machina», entre otras). Es ahora, 35 años después, que tenemos una secuela oficial a este renombrado filme, la cual a ojos de muchos, en un principio, ha sido vista como innecesaria en su concepto, después de tantos años. ¿Es así, sin embargo? No. Ni de cerca.
Sinopsis: Corre el año 2049, 30 años después de los acontecimientos ocurridos en «Blade Runner» (1982). El oficial K (Ryan Gosling), un blade runner caza-replicantes del Departamento de Policía de Los Ángeles, descubre un secreto que ha estado enterrado durante mucho tiempo y que tiene el potencial de llevar a la sociedad al caos. Su investigación le conducirá a la búsqueda del legendario Rick Deckard (Harrison Ford), un antiguo blade runner en paradero desconocido, que lleva desaparecido 30 años.
Voy a ser sumamente tajante en un punto, antes de entrar en detalles: «Blade Runner 2049» es probablemente la mejor película de todo el 2017; y no tan solo eso, sino que sin dudas es de las mejores -si no la mejor- secuelas jamás hechas en la historia del cine.
Si bien puede que les parezca exagerado, la verdad es que tengo mucho para argumentar dicha postura, y esto se debe básicamente a que el director, Denis Villeneuve («La Intriga»; «Sicario»; «La Llegada»), trae nueva vida al revolucionario y filosófico mundo que Ridley Scott trajo a la pantalla grande hace 35 años, y lo mejora al expandirlo y actualizarlo sin perder la esencia de sus raíces, y asimismo, sitúa en él una historia cargada de una filosofía extremadamente relevante en un mundo cada vez más sumido en la tecnología, donde la línea entre el humano y la máquina se vuelve progresivamente más borrosa, cuestionando así, lo que define nuestra humanidad.
Para empezar, tengo que destacar que esta es sin duda la película con la más bella cinematografía que he visto en muchos años. El estilo empleado por Roger Deakins («Sueños de Libertad»; «Sin Lugar Para los Débiles»; «Skyfall») es precioso, trayendo a la vida esta ciudad distópica de Los Angeles, llena de lluvia, oscuridad, smog, actividad industrial, y brillantes carteles y hologramas publicitarios llenos de colores con neón. Asimismo, los colores usados para los interiores de las industrias (monocromáticos e incandescentes), al igual que el absorbente entorno de una devastada ciudad de Las Vegas, son detalles técnicos y visuales que dan una vida esencial para que la cinta funcione, y lo hace con creces de principio a fin (en especial en el espectacular formato Imax).
Por otro lado, tanto la historia como el nivel de producción visual no tendrían la efectividad que tienen, de no ser por el fenomenal trabajo hecho por Hans Zimmer («El Rey León»; «Batman: El Caballero de la Noche»; «El Origen») y Benjamin Wallfisch («La Cura Siniestra»; «Anabelle: La Creación»; «It») en la banda sonora. Cada pieza es vibrante y sombría, adaptando lo mejor de la banda sonora de la película original compuesta por Vangelis, pero dándole una potencia más actualizada y muchísimo más resonante, que le da más fuerza a cada escena, sea esta de acción, intriga, tensión, o incluso calma.
En cuanto al reparto, la verdad es que todos se lucen, lo cual es bastante interesante, ya que muchos de los grandes nombres que estaban adscritos al reparto, a pesar de dar notables actuaciones, no son usados mucho, mientras que varios de los artistas menos conocidos, tienen un mayor rol en la cinta, y caen dentro de quienes más destacan.
Ryan Gosling («Loco y Estúpido Amor»; «Drive») hace un trabajo increíble como el agente K, trayendo consigo muchísima seriedad y presencia dentro de un rol que, al ser el de un replicante, implica un distanciamiento de la emocionalidad humana tradicional, pero que al mismo tiempo, necesita generar una empatía que nos permita conectar con él, siendo que es el protagonista. Todo esto se ve potenciado una vez que los sucesos de la trama lo empiezan a llevar por un rumbo donde el cuestionamiento de su propia naturaleza se ve en juego.
Harrison Ford (la saga «Indiana Jones», «Star Wars Ep. VII: El Despertar de la Fuerza») se luce como siempre, y ahora que vuelve como el protagonista de la original, Rick Deckard, aporta mucho a la historia, al desarrollar una nueva faceta de un personaje que -con toda honestidad- no tuvo mucho desarrollo en la primera película, y logra conveer mucha historia y muchas emociones del personaje, diciendo muy poco.
En cuanto al resto del reparto, Dave Bautista («Guardianes de la Galaxia») tiene un rol acotado a los primeros 10 minutos de película, que aún así, sacan a relucir que el actor tiene buenos dotes para el cine serio (y si no se convencen, pueden ver más de su personaje en uno de los cortometrajes que Warner Bros lanzó para expandir más el mundo de la película). Jared Leto («El Club de los Desahuciados»; «Escuadrón Suicida») tiene un rol antagónico muy bien logrado y esencial para la trama, pero aún así, no pasa de tener un protagonismo de 10 minutos en toda la película.
Quienes realmente resaltan de los secundarios, son Ana de Armas («Amigos de Armas»; «Manos de Piedra») como la inteligencia artificial Joi, quien es el vínculo emocional de K en la película (y por lejos la parte más emotiva de la cinta), y Sylvia Hoeks («La Mejor Oferta») como la antagónica Luv, quien es sin duda de los mejores personajes de la película, con su actitud determinada, imponente, fría y letal, cada vez que aparece en pantalla, se apropia de la escena, y verla en acción, da a relucir una antagonista que de todas maneras, le gana de sobremanera al Roy Batty de la primera película (lo lamento, pero ni siquiera ese monólogo final te salva de la ira de Luv, Roy).
Para finalizar en el listado de pros, tenía que dejar la historia, ya que es por lejos el núcleo de mayor temática de toda la película. La historia capta la esencia del neo-noir, y se enfoca, sin contar todas las temáticas filosóficas, en contar una verdadera e interesante historia de detectives. Uno siente que hay realismo e intriga en cada nuevo descubrimiento, todo parece un caso genuino, en especial con el tiempo que la historia se toma para ir yendo de avance en avance; nada parece ser gratuito o apresurado. Cuando ocurren los giros narrativos, ninguno se siente predecible ni que no encaja , y cuando se alude a los cabos sueltos de la primera parte, nunca se dan realmente respuestas, sino que se alude a más posibilidades (lo cual juega a favor, ya que las interrogantes de la primera Blade Runner, son misterios que, a juicio de los fanáticos, son mejores si quedan sin resolver).
Por la otra parte, hay una enorme profundidad filosófica y reflexiva en cuanto a la trama y el mundo donde la película transcurre, lidiando con temas de la naturaleza de lo que nos hace humanos, y la búsqueda de la identidad y el propósito que nos define. Hay un valor innato que se da a la importancia de los recuerdos, sobre cómo la vaguedad de ellos resulta más humana que el tener lujo de detalles, ya que es la emoción humana la que construye los mismos; asimismo, hay un cuestionamiento constante sobre si las emociones pueden replicarse, al igual que la interrogante de poder saber qué es lo que distingue a una emoción genuina de una replicada. Todos estos son temas que son abordados en la película de manera indirecta y figurativa, sin dar necesariamente respuestas, sino aludiendo a sus posibilidades, cosa que resulta muchísimo más útil, porque nos hace pensar más que darnos respuestas no concretas con una cuchara, y esto dentro de un mundo que constantemente se ve devorado por la tecnología, el consumismo, y las industrias.
Ahora, si bien quedó claro que la película me fascinó, la verdad es que hay ciertos aspectos que pueden jugar en su contra para muchos. Principalmente, el hecho de que esta no es una película trascendental por lo técnico, sino por su contenido intelectual. No es una película de acción propiamente tal, sino que, al igual que la primera, se toma su tiempo e intenta suscitar en el espectador interrogantes para que reflexione, piense, y cuestione, lo cual puede resultar aburrido para algunos, o tal vez decepcionante, lo cual no se vería apoyado por el hecho de que la cinta dura dos horas con cuarenta minutos. Al final, es el tener esta noción definida, lo que va a separar a quienes van a amar la película, de quienes la van a odiar o les va a ser indiferente.
Para resumir, «Blade Runner 2049» es una película magistralmente lograda, que se posiciona como una de las mejores secuelas de todos los tiempos al lograr establecerse como una cinta que se mantiene en pie como algo propio, que no depende del filme original, pero que asimismo, se mantiene fiel a la esencia de este, y hace lo que toda segunda parte debe hacer: innovar, actualizar, expandir y profundizar el mundo que su antecesora cimentó. Con grandes actuaciones, una vibrante banda sonora, una espectacular cinematografía, y una historia inteligente, «Blade Runner 2049» es la obra con la que Denis Villeneuve ha marcado un nuevo hito dentro del género de la ciencia ficción, tanto así, que no me cabe duda de que llegará a volverse una cinta de culto, y que, al igual que la primera parte, se volverá la inspiración para cientos de cineastas en el futuro. Aunque la amen o la odien, simplemente no pueden perdérsela.
Gracias por la reseña! 🙂
Sólo una observación, me distrajo un poco que hablara de «que se cementa..» y «profundizar el mundo que su antecesora cementó». Creo que querían decir «cimentó» 😉