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A 20 años del inicio de la investigación por el mediático y polémico caso Spiniak, Blanquita, la nueva película de Fernando Guzzoni ve la luz. La cinta se inspira en una investigación realizada por más de un año sobre el caso Spiniak, que destapó una red de prostitución infantil y de pederastia liderada por un poderoso empresario chileno, y que se convirtió en uno de los casos más bullados y confusos que recuerde la historia judicial, política y periodística chilena de los últimos años.
Sinopsis: BLANQUITA (Laura López) cuenta la historia de una adolescente que vive en un hogar de acogida, dirigido por el cura Manuel (Alejandro Goic), y es testigo de un escándalo que involucra a políticos, empresarios, hombres poderosos, que son parte de fiestas sexuales, pero todo se complica ya que la verdad se va enmarañando a medida que avanza la investigación.
La mentira sobre su participación en el escándalo sexual, pondrán a Blanca y Manuel en el ojo de la prensa y la opinión pública, convirtiendo a Blanca en una mártir feminista y en la testigo clave del caso, que remueve los cimientos más profundos de la sociedad.
El director Fernando Guzzoni, quien ya ha triunfado con sus obras “La Colorina”, “Carne de Perro” y “Jesús”, nos presenta una película sensible y atractiva con un equilibrio difícil de lograr, que además de revivir un caso que evidencia problemas estructurales profundos de la justicia chilena, también expone la deuda social con un grupo marginado desde la cuna, el que constantemente es castigado por sus «elecciones» pero que no tiene ninguna oportunidad de escapar del círculo en el que nació.
El guión se apoya de la ficción para dirigir su mensaje, pues a pesar de que el director ha declarado haberse inspirado con mucha «libertad» en la historia de Gemita Bueno, no podría decir que las diferencias se hacen palpables frente a la pantalla. La idea principal es cuestionar y poner en evidencia la vulnerabilidad y abandono que viven miles de niños, niñas y adolescentes, a través de este caso en el que los personajes incesablemente intentan dirigir las culpas hacia los criminales y no a las víctimas, independiente de sus errores y manipulaciones. La cinta explora la vivencia y la necesidad de justicia como una búsqueda tortuosa y prácticamente inalcanzable, en donde es totalmente legítimo que los victimarios utilicen todos los recursos a su favor, pero cuando los afectados intentan utilizar lo poco que tienen a su alcance para lograr exponer a los acusados, todo se mueve en su contra. Y si bien está claro que la justicia debe buscar la verdad, es imposible ignorar el sentimiento de impotencia que genera que nos enfrentamos a un sistema en donde los adinerados (y por ende, poderosos) cuentan con una ventaja imposible de mermar.
El elenco compuesto en sus roles pricipales por Alejandro Goic como el Padre Manuel y Laura López en la piel de Blanquita, son una dupla de lujo. Fernanda interpreta su primer rol protagónico en un largometraje con una interpretación brillante, en donde transita magistralmente por un mundo oscuro y terrible, pero que no niega las luces de una adolescente que intenta no dejarse consumir por los hechos, y que vive una lucha interna en donde la paz pareciera existir solo al lado de la resignación. Acompañados también por Amparo Noguera, Daniela Ramirez y Marcelo Alonso, los actores componen un equipo cuyos roles interpretan a la perfección.
Mi único pero con la cinta es que si bien el trabajo de cámaras logra acompañar esta tensión, quizás la abundante oscuridad de las escenas no es necesariamente un apoyo o refuerzo a un ambiente que claramente de por sí grita una realidad lóbrega.
La película vuelve a poner luces sobre un caso que marcó un punto en la historia política y periodística nacional, y que nos recuerda realidades muchas veces ignoradas con las que nuestra sociedad aún mantiene una deuda. En cines gracias a Cinecolor Films Chile.
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