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Gaspar Noé («Irreversible», «Enter the void») es probablemente uno de los nombres más reconocidos del cine francés actual, gracias a su talento innato para hacer películas que exploran de manera novedosa, artística y perturbante, los distintos aspectos oscuros de la naturaleza humana. «Climax» es su más reciente producción, definida como una cinta experimental de danza y terror psicológico, que finalmente ha llegado a cines. ¿Funcionará una apuesta de esa calamidad?
Sinopsis: A mediados de los años noventa, veinte jóvenes bailarines de danza urbana que se habían reunido para unas jornadas de tres días de ensayos en un internado en desuso situado en el corazón de un bosque, hacen su último baile común y luego festejan una última fiesta de celebración alrededor de una gran fuente de sangría. Pronto, la atmósfera se vuelve eléctrica y una extraña locura los atrapará toda la noche. Les parece obvio que han sido drogados, pero no saben por quién o por qué.
En mi experiencia como espectador, siempre he considerado que Gaspar Noé es un director de sufrimiento necesario, en el sentido de que todas sus producciones abren una puerta insana que vislumbra un vistazo crudo y duro de la verdad humana. Es algo difícil de ver, pero que al mismo tiempo, nos es fácil de aceptar como verdadero, precisamente por lo real que se siente, y eso es lo que nos toma un mayor peso respecto de lo que vemos.
«Climax» es de esas películas que suelo definir como «una experiencia» más que la vivencia de la visión que un director tiene de un arco narrativo, y esta es, sin dudas, la mayor fortaleza que tiene la cinta -al igual que la razón por la cual resulta tan complicada de ver-, a tal nivel, de hecho, que se posiciona como una de las mejores películas del director en mucho tiempo.
La cinta incurre a una forma bastante inusual y compleja de hacer cine, usando un estilo cinematográfico y de edición muy particular, donde se usa una intensa paleta de colores para los fondos y la iluminación; también se opta por hacer cortes aleatorios o tomas prolongadas continuas (incluyendo una que, de forma sorprendente alcanza más de 42 minutos de duración sin corte alguno).
Asimismo, si bien el cineasta francés ideó la historia de forma anticipada, su dirección de reparto fue muy abierta, ya que la mayor parte de la cinta fue improvisada, siendo que Noé no le dio líneas de diálogo a ninguno de los actores y les dio completa libertad para llevar la historia y a los personajes en la dirección que ellos quisieran, incluyendo las coreografías de baile.
Con toda esa energía, resulta fácil notar que se requiere un reparto con mucho talento, cosa que la película tiene con creces. Es por lo mismo que resulta increíble pensar que de las 24 personas presentes en la cinta, solo dos de ellas tienen trayectoria en cine, mientras que los demás se dedican exclusivamente a la danza profesional. Sin ellos, la cinta estaría perdida, en vista de que sus formas de expresarse a través del baile es algo impresionante, único e intenso, que le da un ritmo imponente a la producción.
La realidad de «Climax» es que es la personificación fílmica de la antítesis de la experiencia cinematográfica que la gente suele buscar. Noé diseñó la experiencia pura de un «mal viaje» psicotrópico y lo vuelve una pesadilla tal, que la audiencia sin dudas va a sentir que está viviendo la peor experiencia de sus vidas con una sobredosis de LSD, y es por lo mismo que, aunque resulte algo inolvidable para muchos, también corre el riesgo de ser algo desagradable para varios otros. Como con todas las cintas del director, esta es un claro gusto adquirido y no tradicional.
Para resumir, «Climax» es una cinta sorprendente en muchos aspectos. Gracias a sus tremendas innovaciones técnicas y al talento de su impresionante reparto, la película es una experiencia terrorífica de la cual resulta casi imposible el desapegarse. Hay una tensión y un horror constante que incluso, cuando creemos que no puede empeorar, resulta ser el indicio de que las cosas seguirán escalando de maneras impensables. Si bien, no es un título para todos, ciertamente es una experiencia digna de ser vivida en una gran pantalla y sentir la inquietante adrenalina de haberla sobrevivido.
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