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Nicole Kidman («Moulin Rouge!»; «Un Camino A Casa») es una de las actrices más respetadas y talentosas de Hollywood de las últimas tres décadas, con una carrera llena de tanto éxitos como fracasos. Tan sólo en 2018, la artista ha estrenado tres películas de alto calibre tanto en cuanto de peso artístico como de entretenimiento general, por un lado con uno de los papeles secundarios en «Aquaman» (la cual ha batido récords de taquilla), y por el otro, con roles en historias de alto galardón crítico, como la aclamada «Boy Erased«, y en especial, la que nos convoca en esta ocasión, «Destrucción» («Destroyer»), la cual, en mi opinión, sin dudas resalta a la actriz con una de sus interpretaciones más memorables a la fecha.
Sinopsis: Erin Bell (Nicole Kidman) trabajó en su juventud como policía encubierta en una peligrosa banda del desierto de California. Su incursión en el mundo de la mafia tuvo consecuencias fatales para su mente de las que cree haberse recuperado. Sin embargo, cuando el líder de la banda vuelve a dar señales de vida, Bell sufre una odisea moral y existencial. La única solución para olvidar sus fantasmas pasa por retomar el contacto con viejos miembros del grupo, intentando comprender cuáles fueron los motivos que destruyeron su pasado.
Desde el momento en que se dio el primer vistazo a lo que la película tenía para ofrecer, sin dudas lo que resaltó de manera inmediata fue la atípica imagen de la glamorosa actriz australiana, quien en esta ocasión deja su usual belleza de lado, y asume un rol donde una apariencia hosca y decadente define el pasado crudo y torcido de un personaje que lleva más de 20 años sumido en una espiral de destrucción como consecuencia de sus acciones. Y esto es porque «Destrucción», detrás de una trama bastante típica y propia de muchos de los thrillers policiales de los años 70′ donde se veía el lado crudo y corrupto de la ley, es principalmente el estudio de un personaje que se ve en un punto crítico de su vida y encuentra su chance final para alcanzar la redención de sus males.
La directora Karyn Kusama (la increíble «La Invitación») ha demostrado tener una fascinación con tratar con personajes femeninos que estén empoderados de cierta -aunque no verdaderamente exitosa- manera («Æon Flux»; «Diabólica Tentación»), y es aquí que logra trabajar con quien es sin dudas su mejor personaje a la fecha, la detective Erin Bell, quien no tan sólo debe enfrentar su pasado, sino que también debe encontrar el valor para asumir la responsabilidad a causa de sus acciones pasadas.
En cuanto al reparto secundario, si bien hacen un muy buen trabajo, la verdad es que les resulta bastante difícil estar a la par con el calibre de Kidman. Sebastian Stan («Capitán América: El Soldado del Invierno»; «Yo, Tonya») es probablemente quien está más a su nivel con el personaje del detective Chris, con quien Kidman tiene mucha presencia y química, y por lo mismo, tienen uno de los núcleos emocionales más fuertes de la cinta.
En cambio, Toby Kebbell («RocknRolla»; «El Planeta de los Simios: Confrontación»), quien creo que suele actuar muy bien, se encuentra algo fuera de rol con el personaje del antagónico Silas, usando una melena de pelo que poco le va al actor, y acarreando una actitud estóica e impredecible que ralla en la locura y la indiferencia frente a las vidas que se pierden. Si bien pudo ser un antagonista bastante interesante, termina dejando la impresión de que buscaban que causara más impacto del que termina logrando.
Al igual que su decadente protagonista, la ciudad de Los Ángeles se nos muestra de una forma bastante inusual, ya que carece de todo el glamour al que estamos acostumbrados, y en cambio, se nos presenta llena de concreto, sin vida, con terrenos baldíos, rincones urbanos de mala muerte y demases. Si bien algunos podrán vivir la buena vida de la ciudad de Los Ángeles, otros también viven en un infierno gris.
Sin embargo, dentro de todo este deprimente panorama, Kusama tiene un buen ojo para captar el ambiente indicado para cada escena a través de lo que filma, logrando momentos de calma y reflexión que llegan a ser contemplativos y cautivantes, al igual que escenas de acción que son bastante adrenalínicas y latentes, que por lo general, me remitieron a esa sensación de muerte inminente y tensión constante que sentí cuando vi «Sicario» (2015) hace unos años.
Para resumir, «Destrucción» es una película que destaca más como un estudio de personaje -y uno bastante fuerte- que como un thriller policial. Con un guión que funciona principalmente por la poderosa interpretación de Nicole Kidman, una bella cinematografía, y un deprimente y violento sentir por el cual la directora nunca se disculpa con el espectador, esta cinta, si bien no llegará a ser del gusto de todos, tiene bastante que ofrecer como una pieza con un muy buen personaje principal, que sin dudas le ganará a Kidman una buena ronda de nominaciones (y tal vez uno que otro premio).
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