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La nueva cinta chilena «El taller» llega este jueves 09 de agosto a las salas de cine nacionales con el actor Daniel Muñoz como protagonista. La película, dirigida por José Tomás Videla, explora los sucesos ocurridos durante un taller literario que dura una noche completa. Ahí, sujetos desconocidos entre si deberán dejar al descubierto sus fortalezas y debilidades como parte de un ejercicio poético, sin sospechar que el taller es solo la fachada para algo más oscuro y siniestro.
Sinopsis: La historia sigue a un grupo de personas que, en medio de un convulsionado país, asiste a un taller literario que dura sólo una noche, impartido por el reconocido académico David Sanhueza. Pero los participantes de este taller ocultan secretos que configuran la intriga y el suspenso de esta historia. Un carabinero que agoniza, una relación prohibida, un poema perdido y una causa anárquica son algunos elementos que movilizan a esta historia hacia un final inesperado.
La ambición que abraza este proyecto nacional se hacía evidente desde sus primeros adelantos. Con una idea llamativa y actores nacionales de renombre, «El taller» llamó mi atención debido a la integración de la literatura, poesía para ser más especifico, en su trama principal. La idea de una cinta dramática, contingente y con contenido cultural es siempre una noticia positiva dentro de una industria que comenzó a caminar a pasos agigantados desde hace unos años ya.
La cinta comienza con una alta carga emotiva, desarrollando a sus personajes mientras va recubriendo todo con un halo de misterio que prometía bastante desde de los primeros minutos. Sin embargo, el mal manejo del guión empaña lentamente desde el minuto treinta, aprox, todo esto, ya que los personajes comienzan a cometer acciones sin sentido, aparentemente solo para darle un curso a la historia.
Estas acciones sin sentido, además de echar abajo el misterio -que era quizás el aliado más fuerte de la trama- truncan definitivamente el desarrollo de algunos personajes. Así, desde la mitad de la cinta hacia adelante los secundarios no parecen tener ninguna importancia más que su existencia para darle sentido a las actividades grupales del taller de poesía.
Por otro lado, las actividades que se efectúan en el contexto del taller literario presentan reflexiones bastante interesantes. La presencia fugaz de figuras como Guillermo Teillier, Pablo de Rokha, Gabriela Mistral y Pablo Neruda, entre otras, genera un refrescante discurso del protagonista que, para los medianamente entendidos en la materia, se hace muy interesante.
En el apartado técnico, la cinta presenta una buena dirección, sonido y fotografía. Sin embargo, el trabajo de foley deja bastante que desear a ratos y, a excepción de Daniel Muñoz y Christian Sève, las actuaciones no logran transmitir el drama y la densidad que la historia necesita para sentirse real.
En conclusión, «El taller» es una cinta que lo tenía todo para triunfar; grandes protagónicos, una cercanía llamativa con la literatura y una premisa novedosa y muy interesante, pero que por problemas en su guión no logra concretar su mensaje y se queda a medio camino, con personajes incompletos y un misterio que no logra sostenerse hasta el final del clímax. Su historia queda recomendada para quienes, con un estrecho vinculo con la poesía, deseen una narración enfocada en las experiencias literarias de un grupo de personas que se verán enfrentadas a una situación más allá de su control.
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