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Una amistad que se pone a prueba en una etapa compleja de la vida; la encrucijada de mediana edad, más conocida como la crisis de los 30. Que si te pilla mal parado, te tira al piso de cara al pavimento. ¿O no, Cristina?
La opera prima del guionista Gonzalo Maza, guionista de «Gloria» y «Una Mujer Fantástica», sorprende con un dramedy en plena crisis de los 30, donde pese a creer tener todo bajo control, no tenemos ni la menor idea de lo hay que hacer.
Sinopsis: Cristina enfrenta las consecuencias de las decisiones que ha tomado en su vida, justo cuando se pelea con su mejor amiga, Susana. Así, ya pasados los 30 años, Cristina debe asumir al fin su adultez sin tener a nadie a su lado.
Soy parte del selecto grupo de personas que le gusta el cine chileno. No es algo que me quite el sueño cada vez que llega un estreno a cartelera, pero sin duda, vale la pena invertir un poco de tiempo. Y es que, con los años la industria nacional ha evolucionado para ser más que una simple consigna política, recogiendo historias que nos permiten dar un vistazo en la vida de alguien sin tener que ver el cuadro completo.
Es este formato el que suele desconcertar o simplemente no gustar al espectador, que prácticamente está acostumbrado a ver historias con principio y fin, desnudando la vida completa de los personajes a la espera de ver el final deseado. Un concepto hollywoodense que dicta mucho de la vida real.
«Ella es Cristina» es precisamente eso. Una anécdota en la vida de alguien. Un pequeño episodio que ocurre en el ahora, sin conocer mayores detalles del pasado, con un futuro incierto y dudoso, donde todo puede pasar sin importar lo bueno o malo que sea.
Mariana Derderián es Cristina. Una joven viviendo sus 30′ en medio de una separación, con un estancamiento creativo sin la menor idea de adónde ir, o qué hacer. Pero gracias a Dios que existen amigas como Susana (Paloma Salas), que quizás tenga la crema en su vida personal, pero es personificación perfecta de Pepe Grillo; la voz de la conciencia que siempre tiene la razón.
Pero como diría mi abuela (que en paz descanse); «No hay peor ciego que, el que no quiere ver«. Y aquí es donde parte el cuento. Una amistad de años llega a su fin. Cada quien con cada cual. Y cada uno mata su toro. Algo que quizás suene violento, pero que siempre es necesario. En especial para poner las cosas en su lugar y ordenar el desastre en el que podemos vernos inmersos. Después de todo, así es la vida: una caja de sorpresas (y no una caja de bombones como dice alguien por ahí).
Sí bien, la historia es interesante, se comienza a desmoronar a medida que avanza. Partiendo como un equipo (la relación de amistad de las protagonistas), y terminando cada una por su lado. Con una historia que sigue en movimiento, pero que parece no avanzar. Las lecciones y los aprendizajes no tienen lugar en la narración. Y de pronto nos vemos frente a una relación tóxica, casi como volver con el ex.
En palabra simples: la historia parte como avión con el par de amigas. Pero al momento que las separas, pierde fuerza la narrativa. Ya no hay complicidad, ni comentarios asertivos o simplemente la dura realidad. Nos quedamos frente a un cuadro vacío y en blanco y negro. Acompañando a las protagonistas por su momento de angustia y soledad, siendo testigos de su peor momento, sin poder hacer algo al respecto.
Lo que comienza como una comedia, se vuelve un drama de aquellos. De esos por los que todos hemos pasado. Con sentimientos familiares que te hacen pensar, e incluso, retroceder en tu mente entre esos recuerdos que queremos olvidar, pero que no podemos superar.
La película cuenta con las impecables actuaciones de Mariana Derderián y la comediante Paloma Salas. Incluyendo a conocidos actores de la escena local como Néstor Cantillana, Claudia Celedón y Roberto Farías.
Debo admitir que los diálogos son poderosos. Los personajes exquisitos y te guste o no, la historia es sin duda atractiva por donde se le mire. Y eso es merito del director, quien hace un excelente debut con «Ella es Cristina». Aunque, en mi humilde opinión, creo que la historia habría quedado mejor como una serie de televisión. Porque vaya que te logran atrapar los personajes. Una película que vale la pena ver, porque además de hacerte reír, te hará pensar.
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