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“Inmaculada” (Immaculate) captó la atención de muchos con una eficiente campaña de marketing, impulsada por la cada vez más famosa Sydney Sweeney (Euphoria). La actriz reveló que había postulado al protagónico de esta cinta hace al menos diez años atrás, pero que por diversos temas el proyecto nunca llegó a concretarse. Hoy, con mucha más experiencia e influencias en el medio, Sweeney volvió como productora además de protagonista, pues sentía un compromiso con el proyecto.
Sinopsis: INMACULADA sigue la historia de Cecilia (Sydney Sweeney), una devota monja que es acogida en un remoto convento en la pintoresca campiña italiana, en busca de la consagración espiritual.
La cálida bienvenida de Cecilia se convierte rápidamente en una pesadilla, cuando queda claro que su nuevo hogar alberga un siniestro secreto y horrores indescriptibles.
Pronto, se verá atrapada en una red de fuerzas malignas que acechan en las sombras, amenazando con desgarrar su alma y poner en duda su fe en la Iglesia. Cada giro del destino desentrañará más terror, sumergiendo a Cecilia en un abismo de angustia y desesperación.
No me declaro fan de las cintas de terror, particularmente porque es un género que ha sido ampliamente explotado y con pocos aciertos en el último tiempo. No disfruto de los jumpscares y pocas tramas han sido lo suficientemente elaboradas como para enganchar por ese lado. Sin embargo debo confesar de que los recientes trabajos de Sydney Sweeney y la promoción de la cinta me causaron la suficiente curiosidad como para acercarme al cine y ver de qué se trataba el nuevo trabajo de la actriz.
“Inmaculada” (Immaculate) no pretende ser una cinta de terror rupturista en cuanto a técnica o historia, tampoco pretende revolucionar el género o convertirse en un nuevo clásico, pero sí logra a la perfección ser un film de terror muy bien ejecutado. El ambiente italiano te sumerge de inmediato en esta aura de cristianismo devoto, donde se vive una realidad absolutamente paralela, alejados en el campo. Desde el inicio se construye una tensión que se mantiene muy bien durante todo el film, tanto gracias a la oscuridad de sus escenas, al misterio del entorno, a la música y a la actuación de sus protagonistas.
La dupla formada por Sweeney y Morte son el equipo perfecto para sumirnos en este oscuro camino, que rápidamente de ser la salvación evoluciona a la pérdida de toda fe y esperanza. Ambos entregan espectaculares interpretaciones que encantarán a quienes los siguen de proyectos anteriores.
La cinta triunfa al elegir muy inteligentemente todos sus elementos, partiendo por la trama. El embarazo no es un tema ajeno al terror, y en Inmaculada nos enfrentamos a algunos de los temas más oscuro de este proceso: El desconocimiento, la falta de voluntad y el desapego. La película rescata y enfrenta a la perfección esta imposición de la maternidad con el real sentido de ser madre, recogiendo en la cinta todos los aspectos más terroríficos respecto a esta, desarrollando de lleno la imagen de la madre como objeto. En la cinta, el argumento puede ser predecible sin embargo está perfectamente hilado con el resto de los componentes del film, desarrollándose excelentemente en la hora y media de duración de la película. Con una cantidad acotada de personajes, nada queda al aire y todo tiene el suficiente peso para hacer sentido y construir el tétrico ambiente.
El film no abusa de ningún componente, dando mano a los clásicos recursos de las cintas de terror como jumpscares, música de suspenso y apariciones, pero todo muy bien calculado en cantidad y tiempos. Quizás con un poco más de contenido gore del grueso de las películas de terror que llegan a las salas, como advertencia para los sensibles a la sangre y la violencia.
“Inmaculada” (Immaculate) se convierte así en una demostración de que es posible hacer películas de «terror comercial», sin que la ejecución sea un completo fracaso. En salas gracias a Diamond Films Chile.
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