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Pedro Almodóvar posee una trayectoria innegable que lo alza como el más reconocido director español. Haciendo películas desde hace ya varios años, ha definido su propio estilo, y por lo tanto, un grupo de seguidores de su particular arte, grupo del que no me considero parte (al menos hasta ahora). Es por eso que mi comentario de Julieta viene más desde el instinto, que desde el conocimiento.
Sinopsis: Casualidad o no, la vida de Julieta en los años ochenta fue una gran época, la mejor. Pero en la actualidad, es una catástrofe sin solución, una lucha por sobrevivir al borde de la locura. Solo un milagro la salvará. Y los milagros a veces ocurren…
Un film que habla del destino inevitable, del complejo de culpa y de ese misterio insondable que nos hace abandonar a las personas que amamos, borrándolas de nuestra vida como si nunca hubieran significado nada. De todo ese dolor que provoca el abandono de un ser querido.
Julieta es la tercera adaptación que realiza el director, basada en tres relatos contenidos en el libro “Escapada” de Alice Munro. Una película dramática por excelencia, en donde la oscuridad acecha a la vuelta de cada esquina, sin respiro, dominando la escena, y que a pesar de tener una sólida historia como sustento, lo más importante es todo aquello que se omite. Te vas adentrando en la narración hasta que llega un punto en donde te das cuenta de que estás tan ensimismado como el personaje, haciéndote perder el foco de lo sutil, pero importante. Aquellos detalles silenciosos que forman la columna de emociones que guían el film. Emociones fuertemente contenidas en los escenarios que las rodean, pues aquí nada pierde significado ni es ubicado por casualidad. La puesta en escena es igual de imponente que las actuaciones.
Y como si su nombre femenino no lo anticipara, Julieta es una cinta en donde el rol de las mujeres se toma la pantalla por completo, dominándola con brillantes interpretaciones:
Julieta, protagonista interpretada en dos etapas por dos actrices distintas, que se adaptan muy bien al brusco cambio en la historia del personaje; Adriana Ugarte, una joven Julieta que aún intenta descubrir el mundo sobre el que camina y Emma Suarez, en la piel de una Julieta más madura, golpeada por las circunstancias.
Los personajes secundarios que se cruzan a lo largo del camino (en su mayoría mujeres) marcan el desarrollo de su vida , apareciendo y desapareciendo de escena con sutileza, pero marcando su huella. Marian (Rosy de Palma), una sirvienta arisca y austera, Ava (Inma Cuesta), una amiga fiel e infiel, los padres de julieta, un pescador gallego que le roba el corazón, su hija, Antía (Priscilla Delgado, Blanca Parés), quien dirige el segundo plano de la historia, ese que Julieta ha abandonado por la abstracción total en su dolor. Sus soportes y obstáculos a través de la vida.
La historia se comprende durante tres siglos, que el director supo capturar con total naturalidad, con unos cuidadosos saltos temporales, bastante obvios, pero al mismo tiempo, delicados. La fotografía y la música fueron magistralmente cuidados, detalle que sella el dramatismo que es esencia de la obra.
Una buena película, que al parecer es el resurgir de Almodóvar medio dormido. Una buena alternativa a las salas llenas que traerán los estrenos de esta semana, con una historia mucho más profunda y que sin duda dará qué hablar.
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