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No hay novedad en el hecho de que Guillermo del Toro («Hellboy»; «Titanes del Pacífico») sea uno de los directores más creativos y visionarios del último tiempo, aportando una estética y estilo únicos a cada una de sus películas, y trayendo a la pantalla grande mundos de fantasía que son, en gran parte, los cuentos de hadas que todo adulto podría desear ver en el cine, cargados de nostalgia y emoción, pero asimismo con el lado crudo de la vida. «La Forma del Agua» («The Shape of Water»), su más reciente creación, ya ha llegado a nuestros cines, y me alegro de poder decir que no tan solo es una de sus mejores películas, sino que incluso se ha llegado a superar desde la increíble -y cuestionablemente, su mejor cinta hasta ahora-«El Laberinto del Fauno».
Sinopsis: «La Forma del Agua» es un cuento de hadas místico, que tiene como fondo la época de la Guerra Fría en los Estados Unidos, hacia 1963. La solitaria Elisa (Sally Hawkins) está atrapada en una vida de silencio y aislamiento en el laboratorio oculto de alta seguridad del gobierno donde trabaja. La vida de Elisa cambia para siempre cuando ella y su compañera de trabajo Zelda (Octavia Spencer) descubren un experimento clasificado secreto.
Si hay algo que Del Toro suele demostrar en sus cintas, es el inmenso corazón que él pone detrás de sus historias, al igual que el hecho de que claramente, el cineasta es alguien que está en constante contacto con su niño interior, lo cual se traduce en el que podamos ver mundos que solo podríamos haber imaginado en nuestra infancia, y «La Forma del Agua», es sin duda el mejor ejemplo que el director mexicano ha logrado traer a la vida para probar este punto.
Todo esto se debe a que años atrás, bastó con que un niño que creció viendo películas clásicas de monstruos, viera «La Criatura de la Laguna Negra» y se preguntara a sí mismo: «¿Por qué el monstruo no se puede quedar con la chica?». Con mera cuestión de tiempo, ese niño creció para volverse un reconocido cineasta, quien, por meras coincidencias de la vida, escuchó a unas personas en una fiesta conversando sobre una idea para una película, una historia sobre unas ayudantes de limpieza que buscan liberar a una especie de «hombre pez» de un laboratorio científico antes de que experimenten con él. El director le pone un alto a la conversación, y le pide a quien dio la idea, si es que podía usarla o si le podía comprar los derechos para volverla una película. Y ahora, nos encontramos frente a una cinta con 13 nominaciones a los premios Oscar y 12 para los BAFTA.
Con una historia así, no resulta difícil comprender por qué la película funciona tan bien, dado que no hay cosa tan innocente y pura, como el verse frente a una historia que responda a algo tan cándidamente apasionado como la curiosidad y las dudas de un niño.
Del Toro creó una historia llena de magia donde irónicamente, lo que resulta ser lo menos mágico de todo es el propio hombre pez de la historia. No, aquí el director resalta lo fantástico y mágico de lo simple en la vida, lo bello que reside en quienes son diferentes, el goce de cosas tan pequeñas como bailar o contar chistes o enamorarse. Son en esos momentos que resalta la verdadera magia, y es donde la verdadera emoción reside.
Asimismo, todo el reparto resulta maravilloso, ya que traen a la vida a personajes que son una dicha de ver, tanto en cuanto a los buenos como los malos.
Sally Hawkins («Happy-go-lucky»; «Blue Jasmine») no es una extraña ante los premios, habiendo tenido nominaciones previamente, y eso queda claro en esta película, ya que su personaje de Elisa Esposito es probablemente el más complejo y realizado que ella ha interpretado en toda su carrera. La protagonista resulta sumamente creíble y dulce, y sin dudas, es el tipo de princesa contemporánea que quedaba por ver en la pantalla grande; risueña, distinta, optimista, fuerte, y completamente fuera de lugar respecto de dónde se encuentra en el mundo.
Asimismo, el contraparte antagónico de Elisa, el nefasto Richard Strickland, interpretado por un siempre bienvenido Michael Shannon («El Hombre de Acero»; «Animales Nocturnos»), es un villano memorable por lo poco convencional que es. Un hombre duro, prepotente, sumamente soberbio, y cuyo antagonismo se ve definido por el hecho de que es una persona completamente convencional, que si bien tiene todo lo que puede ofrecer la típica «american way of life«, carece de todo para poder destacar y ser diferente, como lo es nuestra protagonista.
Por otra parte, los secundarios interpretados por Octavia Spencer («Historias Cruzadas»; «Talentos Ocultos») y Richard Jenkins («La Cabaña del Bosque»; «Quémese Después de Leer») son personajes llenos de encanto y mucho humor, que aparte de estar sumamente bien actuados, sirven como muy buen soporte para el personaje de Elisa, al ser ellos una voz compleja siempre presente para alguien que siempre escucha y aprende de ello.
También cabe destacar la increíble cinematografía de de Dan Laustsen («Mimic»; «La Cumbre Escarlata»), cuya visión en conjunto con el equipo de producción, traen a la vida toda la escena encantadora y mágica del Estados Unidos de los años 60′, desde su estilo retro hasta el encanto de las películas musicales de la era dorada del cine. Todo rodeado de un impecable diseño de vestuario y una paleta de colores digna de Del Toro, donde inclusive estando fuera del agua, todas las paredes y el ambiente parecen estar diluidos y raídos por la misma, dando la sensación de estar en locaciones constantemente húmedas o sumergidas, manteniéndose coherente con la temática de la película.
Si tuviera que señalar alguna falla, me atrevería decir que existe la posibilidad de que el tipo de excentricidad y rareza que gira en torno al romance principal de la película, pueda resultar algo extraño para algunos hasta el punto de que no lleguen a disfrutar de la cinta en su totalidad, pero eso realmente es más que nada cuestión de gustos, y la mejor guía que pueden tener para ello es simplemente saber si les gusta el trabajo previo de Del Toro o no. Mas allá de eso, realmente no tengo mucho que decir sobre una película que me encantó de comienzo a fin.
Para resumir, «La Forma del Agua» es una película preciosa, llena de un encanto nostálgico y mágico que viene acompañado de excelentes actuaciones y una bella cinematografía con un increíble diseño de producción y vestuario. Después de varias películas que pueden definirse como entretenidas, Guillermo del Toro ha vuelto a su forma original después de la gran «El Laberinto del Fauno», trayéndonos un cuento de hadas sumamente memorable, una bizarra pero increíble especie de híbrido entre «La Criatura de la Laguna Negra» y «Amélie», digna de ser vivida en la pantalla grande al menos una vez.
«La Forma del Agua» está en todas nuestras salas de cine a lo largo del país desde el 1ro de febrero.
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