Tiempo estimado de lectura: 6minutos, 48segundos
70 premios recibidos; 162 nominaciones (y aún con varias más pendientes); y un récord histórico de galardones en la famosa ceremonia de los Golden Globes. «La La Land» llega a nuestros cines con una torre de expectativas que los espectadores esperan que esta cumpla; y no es algo menor siendo que más allá del renombrado talento detrás del proyecto, es también el segundo gran estreno del joven director Damien Chazelle (32), quien ya había encantado a audiencias y críticos en 2014 con «Whiplash» y estuvo en la competitiva carrera por la estatuilla de oro a Mejor Película, en la cual probablemente también estará este año. ¿Estarán justificadas todas las alabanzas que este film ha recibido?…Definitivamente.
Sinopsis: Mia (Emma Stone), una aspirante a actriz que trabaja como camarera en una tienda de café de un estudio de Hollywood, y Sebastian (Ryan Gosling), un músico de jazz que se gana la vida tocando en sórdidos tugurios, se enamoran, pero sus ambiciones por cumplir sus sueños amenazan con separarlos.
Cuando se comenzó a hablar de la película tras sus primeros avances, se vendió como destacado el que se nos prometía una oda a la era dorada de Hollywood, con sus espectaculares musicales, coreografías de baile, deslumbrantes colores, etc… No pudieron habernos engañado más. Chazelle apuntó a mucho más que simplemente hacer un film que apele a la nostalgia del público cinéfilo; su oda no es a las películas de antaño, sino a los soñadores; los eternos trabajadores esforzados que buscan cumplir sus sueños y metas; quienes realmente se ven motivados por su pasión en cada paso que dan; y más allá de ser un destinatario bello al cual hacerle una carta de amor, la verdad es que se ve la sinceridad, honestidad, y naturalidad de su mensaje de principio a fin, principalmente porque se nota que el cineasta es alguien que ya ha luchado por cumplir sus sueños, y lo ha logrado con creces.
El film se apropia del estilo de los musicales de los años 50′ y le agrega su propia esencia a la mezcla, por lo que no tan solo se enfoca en ser nostálgico, sino que busca ser su propio elemento; mezclar lo moderno con lo clásico, ser novedoso a través de lo olvidado, lo que ya no se ve, y lo que no se ha visto. ¿Cómo se logra esto? Con un impecable manejo de cámara, un esmerado y detallista diseño de producción y vestuario, esforzada coreografía, una notable banda sonora, y una increíble dinámica entre los protagonistas.
«Whiplash» fue un increíble ejercicio en cuanto a edición y uso de la iluminación por parte de Chazelle y su equipo; pero si bien lo que vimos en ese entonces fue algo mínimo dado que había un predominancia de la narrativa por sobre lo visual, es en esta ocasión que los cineastas se lucen y despliegan sus recursos de la mejor manera posible. El contraste de los colores de fondo con los de los vestuarios; la iluminación utilizada de manera brillante para retratar los momentos en que se distorsionan las realidades del tiempo y el espacio para así conectar con el sentir interior de los personajes; los seguimientos de cámara con una edición tal, que pareciera que fuera todo una toma continua en constante movimiento (muy popular desde su implementación en «Birdman» en 2014). Todo resalta, vibra, respira, y emana vida desde el momento en que la película parte hasta que los créditos finales comienzan a rodar.
Por otro lado, creo que no hay sorpresa en destacar la explosiva química entre Ryan Gosling («Secretos de Estado»; «Drive») y Emma Stone («Historias Cruzadas»; «Birdman»), quienes estarían haciendo en esta ocasión su tercera colaboración juntos, después de haber partido en 2011 con la comiquísima «Loco y Estúpido Amor», y un año después en la decepcionante «Fuerza Antigangster», en donde ambos destacaron como una de las pocas buenas partes de la película. Esta vez superan su dinamismo en aquellas instancias, y deslumbran de principio a fin como miembros de una relación amorosa sumamente enternecedora, que no se define en las líneas de lo ficticio y lo cursi, sino que se forma de manera fuerte al ser dos personajes llenos de pasión y optimismo que efectivamente se completan el uno al otro en el camino para lograr alcanzar sus sueños. Dos soñadores apasionados que se encuentran por las coincidencias de la vida, y que emprenden un viaje a través del camino que deciden construir juntos; y es un agrado verlos dar cada pequeño paso.
Ahora, como bien sabemos, un musical, cuente con grandes talentos tanto frente como detrás de la cámara, solo es tan bueno como lo sea su banda sonora, ya que forma parte esencial de la narrativa; y creo que sería difícil negar que en esta ocasión, hay un empeño notable en la creación musical tanto por la parte orquestal como la lírica. Canciones con melodías sumamente agradables y letras muy apasionadas y optimistas; lo cual no quiere decir que nos pinten un mundo de color rosa y de constantes victorias, pero sí son canciones que vienen del corazón de los soñadores; de los que a pesar de haber sido constantemente abatidos por la vida, a pesar de todas sus dudas y cuestionamientos, no dudan ni se rinden respecto a sus sueños; y eso es algo digno de valorar y fácil de apreciar, ya que si bien es una noción común que se nos ha inculcado siempre, no deja de ser una visión complicada de seguir, especialmente porque la vida no reparte sus cartas de manera justa, y a veces seguir nuestros sueños es más complicado de lo que nos gustaría.
Ahora, si bien en lo personal encuentro que esta película destaca no tan sólo en su género, sino como una de las grandes películas del año (correspondiente al 2016), no puedo asegurar que sea del gusto de todos. A pesar de que es probable que todos los amantes del cine y los musicales terminen amando esta película; hay personas que no son adeptas a las películas que incorporan música a su narrativa o que disfruten mucho de la tradicional fanfarria de la era dorada de Hollywood, con sus bailes y canciones, e historias optimistas e inocentes. Es por ello que si se catalogan dentro de este último grupo, es probable que no disfruten de la película; lo cual no quiere decir que estén bien o mal por ello; como todos sabemos, de gustos no hay nada escrito.
Para resumir, «La La Land: Ciudad de Sueños» es todo lo que su galardonada reputación prometía e incluso mucho más. Una película que rebosa de vida, alegría, y un fuerte y simple mensaje sobre nunca rendirse en la persecución ambiciosa de los sueños personales respecto a lo que nos apasiona, sobre tener que aceptar que para alcanzar nuestras metas, a veces tenemos que desprendernos de ciertas personas y cosas que valoramos, y sobre nunca olvidar a quienes nos acompañaron y ayudaron a llegar donde ahora estamos; independiente de las circunstancias, siempre hay que tener amor que dar. Si buscan qué ver en el cine, esta es la película para no perderse, y probablemente para visitarla más de una vez. Chazelle nos dio un regalo que no siempre se ve por parte de todo cineasta, nos mostró su sueño en el cual nos muestra de lo que están hechos los sueños; y esa es una experiencia que todos nos podemos llevar a casa en el corazón y con una sonrisa.
Deja una respuesta