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El comienzo de un nuevo año siempre es un momento delicado para la cartelera de cine, particularmente para Estados Unidos, dado que el mes de enero tiene una fama particular de traer consigo estrenos de muy poca calidad tanto de producción como crítica. «La Reencarnación» («Incarnate») la cual fue estrenada hace unas semanas en su madre patria, llega hoy a nuestras salas locales; y he de decir que la fama que precede a las películas de esta temporada está lamentablemente bien adjudicada en este caso.
Sinopsis: Un exorcista poco convencional (Aaron Eckhart) tiene la capacidad de introducirse en el subconsciente de los poseídos, pero tropieza con serias dificultades cuando tiene que ocuparse de un niño (David Mazouz) dominado por un demonio al que ya se enfrentó en otra ocasión.
Como pueden ver, la trama por sí sola tiene potencial, particularmente en el ángulo con el que busca abordar la temática de las posesiones demoníacas. Ya no es una cuestión religiosa, sino una psicológica; no necesitamos exorcistas, sino expertos que se metan en la mente de los poseídos y que usen todo su ingenio para liberar al sujeto de la realidad ficticia a la cual el demonio lo confina; y es a causa de esto que las oportunidades son vastas respecto a cómo trabajar un mundo en donde las cosas funcionan de esta manera. El problema es que el guionista no se preocupa de sacarle provecho a esto, y el director tampoco se dispone a ejecutar el material que tiene de la manera más completa posible.
Brad Peyton («Como Perros y Gatos: La Venganza de Kitty Galore»; «Viaje 2: La Isla Misteriosa»; «Terremoto: La Falla de San Andrés») ha ejercido una carrera como director bastante pareja, con un enfoque prioritario en las películas de acción y muchos efectos especiales, y cuya audiencia se limita a ser en general para toda la familia, por lo que estar en cabeza de una producción de terror para mayores parece ser una salida muy grande de su zona de especialidad, y se nota.
La película, si bien es corta, cuenta con un montón de escenas que resultan completamente dispensables para el progreso de la historia, por lo que en su totalidad fluida y coherente -sin el uso de escenas de más- llegaría duras penas a cumplir con el límite de una hora de metraje, por lo que incluso llegaría a concebirse como una opción más coherente, que el film cumpliera como ya sea una producción hecha para la televisión, o en su defecto -y con mucho mayor potencial- que fuera un concepto desarrollado en la totalidad de una serie.
Asimismo, el reparto deja mucho que desear a excepción de dos actores. Aaron Eckhart («El Caballero de la Noche»; «Sully: Hazaña en el Hudson») en su rol como protagonista y héroe de la historia, demuestra que da su todo y hace todo lo posible para sacar a flote el poco material con el que tiene que trabajar; esto dado que su personaje es sumamente cliché, con motivaciones típicas de cualquier antihéroe, y que son desarrolladas de manera sumamente superficial. Su rol, sin embargo, destaca porque el denotado actor que en su momento dio vida al trágico personaje de Harvey Dent en la saga de Batman de Christopher Nolan, tiene en pantalla la misma presencia y potencia que tuvo con ese personaje, y es por lejos el fuerte más sólido del personaje, por más lineal que sea.
David Mazouz -quien irónicamente se ha vuelto famoso por su rol como un joven Bruce Wayne en la serie «Gotham»- como el niño poseído, Cameron, es quien también destaca como la segunda actuación fuerte de la película. Si bien su rol es acotado, Mazouz logra interpretar a un niño poseído con mucha actitud y sutileza, en vez de actuar de manera alocada y convulsiva como se suele ver en la mayoría de las películas de esta índole. El problema radica en que dado que la historia se aborda de manera muy simple, el conflicto entre su «yo poseído» y su «yo atrapado mentalmente» nunca se explora de una manera muy interesante; y por ello nos terminamos quedando con otra posibilidad con potencial que fue pasada por alto.
Y para aquellos fanáticos de «Game Of Thrones» que esperaban una participación estelar la mismísima Melissandre, Carice van Houten -quien también opaca al nombre de Mazouz en toda la publicidad que la película ha recibido-, lamento informarles que la connotada actriz cuenta con una participación muy acotada en el film, con muy poca presencia, y hasta con una dirección terrible en ciertos momentos. Honestamente, es difícil ver el punto en por qué requirieron de ella para estar en esta película, o de cualquiera de los talentos principales involucrados en este proyecto, a decir verdad.
Finalmente hay que mencionar que si bien el uso de efectos especiales es acotado, hay momentos donde realmente se nota la falta de presupuesto, ya que hay una demostración de terribles visuales en ciertos momentos, que no hacen más que sacar una carcajada o un suspiro de decepción.
Para resumir, «La Reencarnación» es una película cuyo único valor predeterminado está en su concepto; pro que se ve inmediatamente opacado por la mala ejecución del mismo, y que consecuentemente es el único motivo por el que irrita; mezcla conceptos interesantes que ya se han visto en otras producciones como «Constantine» (2004) y «El Origen» (2010), y sin embargo, simplemente no intenta explotar el potencial de lo que tiene y se conforma con poco; y al mismo tiempo falla al catalogarse como una película de terror, cuando claramente invade más el territorio de la ciencia ficción. Si bien es completamente pasable si llegan a toparse con ella en la televisión, definitivamente no vale el precio de entrada, especialmente porque ese dinero no va a hacer más que reencarnarse en un sabor de decepción que no harán más que olvidar a las pocas horas de haber salido del cine.
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