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Los viajes son para aprender. Se emprenden con sueños, miedos, planes e inseguridades, pero por sobretodo con valentía. «Las memorias del juramento» ha sido un viaje de aquellos, que recorre un camino poco explorado y pedregoso, pero que una vez terminado, puedes mirar atrás con gozo y el alma llena, sellando una aventura merecedora de ser recordada y fortaleciendo la ruta para quienes deseen emprender tamaña aventura.
Joseph Michael Brennan, el autor de esta saga, vuelve con la tercera entrega y final de esta trilogía, con una pluma mucho más suelta, fruto de dos libros ya publicados con éxito y (esperemos) de una confianza totalmente afianzada en su historia, la que se extiende como nunca antes en “La sangre de los dioses”. La narración es detallista y profunda, pero al mismo tiempo sumamente ágil, denotando dedicación y corazón. Quién diría que escribir “La sangre de los Dioses” no era la única gran proeza en la que se encontraba embarcado Joseph, quien actualmente aún reside en Irlanda completando sus estudios.
Los personajes han madurado considerablemente, junto con las experiencias que han vivido, y toda nuestra atención se pone a prueba aquí en donde todos los hechos, culturas y naciones se encuentran para el enfrentamiento final. Joseph tiene un don con la pluma, eso no hay como negarlo, y creo que en este libro es donde con más vehemencia se expresa, al desarrollar una narración con mucha acción, que continuamente combina múltiples puntos de vista sin perder el hilo, permitiéndonos empatizar con casi todos los personajes que incluye su relato. Me encantó cómo fue capaz de narrar una personalidad dual en personajes como Ataru, que entre los dioses asurana se sentía un paria, un ser infantil y sin logros, pero quien entre los humanos adquiere un aire totalmente distinto, al igual que Aisha, quien poco a poco va revelando su verdadero destino, así como la maduración que solo la guerra puede entregar a personajes tan inocentes como Tarian o Tahmuz.
El rol femenino que alguna vez se reclamó como inexistente, termina de reivindicar su razón en la saga, a través de la Dama Aisha, quien actúa como narrador en varios de los capítulos, así como en varios otros personajes femeninos quienes ocupan un rol destacable en la guerra del Águila y el Dragón.
Las 638 páginas se pasaron volando, y disfruté cada una de ellas. Lleno de frases que quedaran rebotando en tu mente y que esconden mensajes que te harán darle una vuelta a tu diario vivir, pues nuestro mundo también tiene algo de la prosa fantástica que tanto nos encanta. Historia, lucha, lección, amor y aventura: Alcances que parecen difíciles de encontrar coexistiendo con éxito, pero en los que”La sangre de los Dioses” se regodea, entregándote todo lo que podrías pedir y más en una obra que no tiene pausa o descanso, y en donde cada capítulo es un alto.
Quisiera sonar un poco más objetiva y poder darles algún punto débil, pero para mí «La sangre de los Dioses» no lo tiene. La saga termina con sello de oro en una demostración pura de creatividad, en una historia cuya construcción de mundo es asombrosa y que incluso se luce con exhibiciones más extensas de lenguaje propio, en una narración donde todo lo que hemos leído hasta ahora de la saga alcanza su punto máximo.
Sólo me queda esperar que de donde nació esta hermosa y compleja historia, haya espacio para muchas más, porque puedo asegurar que quienes nos encantamos con «Las memorias del juramento» estamos deseosos de más. Y si leen esto sin conocer la saga, no puedo más que invitarlos a sumarse a esta aventura, pues les prometo que no se van a arrepentir.
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