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Una de las más alabadas de la temporada finalmente llega a cines chilenos, tan solo unos días después de las fiestas de fin de año que la cinta con tanta fuerza rememora.
Sinopsis: Del aclamado director Alexander Payne, LOS QUE SE QUEDAN trata de un instructor cascarrabias (Paul Giamatti) en una prestigiosa escuela estadounidense en la que se ve obligado a permanecer en el campus durante las vacaciones de Navidad para cuidar de un grupo de estudiantes que no tienen a dónde ir. Con el tiempo, establece un vínculo inesperado con uno de ellos, un problemático alumno (el debutante Dominic Sessa), y con la jefa de cocina de la escuela, que acaba de perder a su hijo en Vietnam (Da’Vine Joy Randolph).
La cinta nos enfrenta a tres personas que afrontan la soledad desde distintas aristas: El joven Angus Tully, quien se ve obligado a enfrentarla de golpe, el agrio profesor Paul Hunham, quien pareciera acostumbrado al exilio y Mary Lamb, la mujer a quien le es impuesta como un doloroso castigo. Todos estos personajes la reciben (o la niegan) muy a su pesar, pero pronto nos damos cuenta que para todos se convierte en un camino de reconocimiento de que quizás es algo con lo que tienen que aprender a convivir.
«Los que se quedan» tiene todos los elementos de una feel good movie pero elaborada con cuidado e inteligencia, con un guión preciso, que nos invita a ejercitar la empatía y pensar en qué hay detrás de todo lo que no vemos en aquellas personas que juzgamos solo por cómo se relacionan directamente con nosotros. Una reflexión necesaria pero liviana que lleva la comedia y el drama de la mano con un calmante. Con todo el potencial para convertirse en un clásico de la época de fin de año, rescatando el valor de compartir lo simple, lo mágico y reparador que puede ser intentar entender al otro antes de juzgarlo y lo amable que es con uno mismo vivir la vida con un poco más de aceptación y disposición, creyendo que el futuro aún tiene sorpresas y oportunidades que ofrecernos, sin importar cuán pesada sea nuestra carga o cuán duro sea nuestro presente.
Si bien hay muchos detalles complejos con lo que no quedé completamente conforme (como esa complicada línea para hacer justicia a «los ricos también tienen problemas» pese a que intenta contrarrestarlo muchas veces con un mensaje de conciencia de clase) , la sensación global al terminar la película es de comfort y , todo lo que necesitamos para cerrar estas fechas de manera consciente y tranquila.
Todas estas emociones son también rescatadas desde lo visual, en donde se rememora una época pasada con la imitación de un estilo de filmación antiguo además de situarse en los 70, herramienta que además ayuda a elaborar correctamente el argumento. Una película directamente encaminada a la alfombra roja de la temporada de premios, pero que pese a que me robó una que otra lágrima, no logró quedarse con mi corazón.
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