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Después de la inquietante y sorprendente noche que muchos de nosotros vivimos el pasado domingo 26 de febrero al estar sintonizados frente a nuestras pantallas viendo la siempre esperada ceremonia de los Premios de la Academia, y en especial tras la llamativa e inesperada forma en que se entregó el preciado premio a Mejor Película, creo que no hay error en asegurar que ese fue el momento que transformó a «Luz de Luna» («Moonlight») en la película del momento. Una película avalada por múltiples academias y congregaciones del mundo de las artes cinematográficas a nivel internacional, principalmente por su temática y cosmovisión de una tosca realidad cuando tanto la raza como la sexualidad entran en juego dentro de la vida de un individuo que no ha escogido nada de ello. Entonces, con una perspectiva tan cruda, interesante, y hasta, necesaria, ¿Es la película de Barry Jenkins («Medicina Para la Melancolía») el impactante film del año que tantos han dicho que es?…No realmente.
Sinopsis: “Luz de Luna” es una historia atemporal de relaciones humanas y autodescubrimiento, que narra la vida de un joven que crece en los suburbios de Miami, desde su infancia hasta la edad adulta. Un retrato vital de la vida afroamericana contemporánea que resuena por su profundidad y sus verdades universales.
Hay varias cosas que tratar respecto a esta película; más allá de las actuaciones y la ejecución técnica, hay un foco polarizante en cuanto a la esencia de la historia, tanto respecto a lo que se narra en sí como a la manera en que esto se hace; ya que si bien «Luz de Luna» cuenta con factores increíbles que juegan a su favor, también cae en el error de no lograr emplear una experiencia completa para lo que sus intenciones ambicionan.
Comenzando por lo bueno, hay que destacar el magnífico empeño de todos los actores involucrados en esta producción, desde los más protagónicos a los más secundarios, ya que demuestran no tan solo una naturalidad impresionante para encarnar a sus personajes, sino que de manera honesta nos hacen olvidar que estamos viendo actores en pantalla, y en cambio nos hacen pensar que prácticamente de manera documentada, estamos observando el día a día de personas de carne y hueso que forman parte de una realidad social a la cual muchos le dan la espalda.
El primerizo Alex Hibbert; Ashton Sanders («The Retrieval»; «Straight Outta Compton»); y Trevante Rhodes («Lady Luck», y la próxima película de Terrence Malick «Song to Song»), hacen un trabajo espectacular al interpretar al personaje principal de la película, Chiron, en sus tres facetas de vida (niñez, adolescencia, adultez), y logran expresar de manera sutil y natural las emociones y preocupaciones de un individuo que se ve oprimido durante su vida a causa de las cosas que él no ha elegido, tanto en el plano social como el personal. Pasando por una variada gama de emociones como la curiosidad, el miedo, la tristeza, la ira, la incertidumbre, el pesar, etc… El director logra manejar a los tres actores de manera que no tan solo den su todo, sino que también logren convencer a la audiencia de que los tres son la misma persona, lo cual logra conseguir que ver la evolución del personaje a través del tiempo sea mucho más potente.
El resto de los actores del reparto también se lucen; especialmente Mahershala Ali («El Curioso Caso de Benjamin Button»; «House of Cards») y Naomie Harris («Piratas del Caribe: En el Fin del Mundo»; «007: Skyfall»); quienes fueron nominados por sus roles, logrando Ali ganar el famoso premio Oscar. A pesar de que ambos artistas hacen un increíble trabajo, caen presa de las limitaciones impuestas a ellos por la historia, ya que su aparición es sumamente limitada, y el desarrollo de sus personajes queda acotado a una entrada sumamente fuerte que tan solo deja un destello de lo que podría ocurrir con ellos a futuro -como lo es en el caso de Ali-, o que deja las ganas de saber qué pasó en la transición de un momento a otro entre los capítulos de la historia -como lo es en el caso de Harris-. Si bien esas nominaciones estaban merecidas por el deslumbre del talento que mostraron ambos, la verdad es que las victorias logradas no parecieran realmente merecidas, a pesar de que fuera culpa del libreto.
Asimismo, el cineasta juega con un magnífico matiz de luces vibrantes y nocturnas, que se vinculan con la titular «luz de luna» de la película, y que asimismo cumplen un objetivo indirecto que juega a favor de los propósitos de la historia. Todas las escenas nocturnas, tanto en el exterior como en el interior, son un agrado de ver, y logran un efecto cautivante que se contrasta con lo chocante de la realidad que observamos. Un gran despliegue técnico.
Ahora, como mencioné anteriormente, la película falla en lograr una experiencia completa de acuerdo a los objetivos temáticos y narrativos que se propone lograr. Con esto me refiero a que el film denota que busca contar una historia individual que asimismo refleja una realidad universal para muchísimas personas; y busca hablarle no tan sólo a quienes sufren por ella, sino a quienes forman parte de la misma tanto directa como indirectamente. Una realidad que trata con un mundo que va más allá de la plaga de las drogas y la marginación económico-social, sino que se despliega en un círculo de intolerancia tanto de clases, como racial, y particularmente, sexual.
Seguimos a un personaje que se ve opacado constantemente durante su vida por las elecciones que no ha hecho, hasta el punto en que se ve perdido y dubitativo en la búsqueda de su propia identidad a raíz de las imposiciones ideológicas que se le han presentado constantemente. Un hombre perdido a raíz del miedo, la ira, y la pena; y que asimismo carga con las responsabilidades de la vida en la que nació, las cuales no son necesariamente correctas.
Si bien lo que describí es algo sumamente potente, y claramente todos los involucrados en el proyecto merecen respeto y aclamación por querer transmitir dicho discurso a través del arte del cine de una manera natural y realista; su problema es que falla al hacer sus transiciones de fase de manera mucho más temprana a la que la audiencia (o al menos en mí caso) le gustaría. Unos años atrás, «Boyhood» (2014) de Richard Linklater, se propuso la ardua tarea de documentar una vida (aunque fuera ficticia) lo suficiente como para poder transmitir el gran y largo proceso donde un niño se vuelve un hombre; y lo logró de manera efectiva porque supo tomarse su tiempo con ello, no lo simplificó. Jenkins, si bien logró demostrar la misma naturalidad conseguida por Linklater -y a su favor, para una realidad mucho más ardua que la de este último-, falla en tomarse su tiempo con el desarrollo del protagonista. Logra construir la realidad del día a día de este personaje en un punto de su vida, y progresivamente la hace escalar hasta el punto en donde la vida intercede y provoca un cambio; pero nunca logramos ver este cambio, sino que sólo sabemos qué es lo que provoca el cambio, y en vez de poder ver la reacción e influencia inmediata de esto en el protagonista, solo se corta y se pasa a la próxima fase de este.
Para resumir «Luz de Luna» es una película con un propósito sumamente bien intencionado, y que demuestra un fuerte talento y esfuerzo por parte de todos los involucrados en ella; desde los actores hasta el despliegue cinematográfico. Sin embargo, sufre en cuanto a su narrativa, al punto de no lograr concretar del todo (o al menos de manera profunda) el mensaje que quiere entregar, a pesar de presentar de manera efectiva la realidad de la cual quiere que tomemos conciencia. Al final, se siente como si quienes han aclamado la película lo hacen porque aman las buenas intenciones de su mensaje, más que fijarse en si logra entregarlo bien y de manera que resuene a lo largo del tiempo. Al igual que Chiron, la película anhela y busca la forma de poder ser un producto de sí misma, y sin embargo, resulta ser un producto de su ambiente; el cual aplaude a la intención por sobre la ejecución, y así es cómo se puede defraudar al público. Una película que si bien merece ser vista, requiere que uno baje las expectativas.
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