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Basada en una historia real, «Marilyn» nos cuenta un triste relato de discriminación por parte de una familia contra un joven homosexual que intenta encontrar su propia identidad. Esta co-producción chileno argentina, nos traslada al otro lado de la cordillera, para contarnos un crudo relato policial ocurrido en Argentina en el año 2009. Historia que el cineasta trasandino Martín Rodríguez Redondo quiso retratar con ayuda de la productora chilena Quijote Films.
Tras presentarse en el extranjero, en festivales como el de Berlín, San Sebastián y Sanfic, donde obtuvo una buena acogida por parte de la audiencia, la cinta llega al fin a las salas nacionales, con un elenco encabezado por la actriz nacional Catalina Saavedra (La Nana).
Sinopsis: La película gira en torno a un adolescente gay quien vive una doble vida entre las labores del fundo que cuida junto a su familia y los días de carnaval en donde se libera bailando vestido de mujer. Un joven incomprendido tratando de descubrirse a sí mismo mientras sobrevive a la intolerancia de su entorno más cercano: su madre y hermano.
“Marilyn” nos presenta una realidad que parece haber quedado en el recuerdo, pero que, pese a los tiempos actuales, sigue siendo causal de discriminación: un acto tan nocivo para la integridad física, mental y espiritual de una persona.
La película avanza lentamente para presentarnos los hechos que dan lugar a la historia. Carente de colores, diálogos y calor humano, la cinta se vuelve fría, al igual que sus personajes, recelosos ante una realidad que no se atreven a aceptar, ni mucho menos conocer.
Catalina Saavedra brilla entre la oscuridad como la antagonista de esta historia: una madre carente de emociones que no sabe lidiar ante la condición de su hijo, sucumbiendo ante la ignorancia e intolerancia; dejando en claro que es una actriz de primera categoría, al conseguir un acento argentino bastante real. Por otro lado, nuestro protagonista, Walter Rodriguez, logra su cometido con aquella dualidad implícita en su personaje, entre ser el hijo viril o la bailarina de los días de carnaval.
Sin embargo, el problema surge en el guión, con parlamentos estructurados que carecen de toda naturalidad, cortando la atmósfera que se genera al ver la película, llevándonos de regreso a la sala de cine en lugar de mantenernos adentro de la pantalla. Una historia llena de silencios que no logra convencer ni conectar con el personaje principal, haciendo imposible empatizar con la difícil transición que vive este joven gay. Dejando una amarga sensación con su trágico desenlace; el que nos logra despertar segundos antes de abandonar la sala.
A modo personal, rescato el tema principal de la cinta, que nos recuerda acerca del mundo intolerante en el que vivimos. «Marilyn» es una buena película. Más bien, es una cinta correcta, que no toma riesgos, limitándose a su discurso acerca de la importancia del respeto y de la carencia de políticas públicas de salud mental. Pero la forma en la que se expone la historia deja la sensación de estar ante un debutante inexperto en la silla de dirección, perdiendo el foco de atención de la trama con una mirada bastante adolescente y descuidada de un tema tan importante como la tolerancia.
Esta película tenía tanto potencial para ser algo así como la versión latinoamericana de “Capote”, pero termina siendo la anécdota triste de un adolescente necesitado de amor que sale del clóset a la fuerza. Y para ver eso… prefiero ver un clásico del género, como “Beatiful Boy” (1998).
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