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Cuando se hacen películas basadas en tragedias de la vida real, es crucial que los cineastas y guionistas hagan un trabajo serio y respetuoso que haga sentir a los espectadores que están presenciando una historia digna de ser contada, y no una que se hizo con el mero propósito de capitalizar en sucesos sumamente emocionales. El atentado de la Maratón de Boston en 2013 fue sin duda un acontecimiento sumamente trágico que quedará en la memoria de una gran mayoría alrededor del mundo, pero fue asimismo uno que demostró la capacidad de la gente de salir adelante más unificada y fuerte contra las adversidades de dichas tragedias. Si bien en 2016 llegó a la pantalla grande la muy bien lograda «Día del Atentado» («Patriots Day«), detallando la cronología de los sucesos; es ahora que nos vemos frente a «Más Fuerte que el Destino» («Stronger«), la cual ofrece una mirada inusual respecto al daño colateral que estos sucesos hacen caer en las personas del día a día.
Sinopsis: Una víctima de los atentados de la maratón de Boston ayuda a la policía a dar con los responsables mientras se recupera del trauma.
La mejor manera de describir a «Más Fuerte que el Destino», es como un «estudio de personaje», un perfil que detalla cómo las tragedias a nivel masivo pueden afectar incluso a las personas más dañadas del día a día; cosa que le da un aire bastante refrescante -aunque también crudo y angustiante- a una temática que suele Hollywoodizarse al girar en torno a personajes perfectos cuyas vidas se desmoronan a partir de la tragedia. Lo que aquí vemos, es cómo una persona imperfecta -y vaya que lo es- cae en mayor desgracia a partir del daño de una tragedia imprevista, y cómo es que durante la dureza de esta travesía, encuentra la fortaleza para tener una imparable voluntad para vivir.
La cinta está basada en la memoria de la vida real del oriundo de Boston, Massachusetts, Jeff Bauman; quien es interpretado poderosamente por un -nuevamente- menospreciado Jake Gyllenhaal («La Intriga»; «Primicia Mortal»). Su personaje, si bien tiene una historia dura y sumamente emotiva de pérdida y superación, no deja de ser uno con el cual es bastante difícil empatizar a lo largo de la película, por el hecho de que se desvía de los personajes que solemos seguir en este tipo de cintas.
No es un bonachón que sufre una tragedia, sino un tipo de buen corazón que sin embargo es sumamente volátil, irresponsable, intransigente y bastante inmaduro, por lo que ya le es difícil mantenerse en pie en el día a día, hasta que por las desgracias de la vida, -sin querer hacer una broma a propósito aquí-, pierde literalmente sus piernas en el atentado de la maratón de Boston. Son estos sucesos los que ponen en marcha su odisea, en donde va a tener que lidiar con la peor parte de sí mismo para poder luego salir adelante; y es a través de la visceral interpretación de Gyllenhaal que la evolución del personaje es una transición por la cual como espectadores, llegamos tanto a odiarlo a momentos como a apoyarlo y empatizar con él.
Asimismo, el otro punto fuerte es la relación de Bauman con su novia Erin, interpretada por Tatiana Maslany («Votos de Amor»; «Orphan Black»), cuya actuación es tan poderosa como la de Gyllenhaal -e igual de menospreciada-, al representar a una mujer que si bien ama al protagonista, debe lidiar con sentimientos de culpa y remordimiento, al intentar definir si está con él porque realmente quiere o porque se siente responsable de lo ocurrido (considerar que ya llevaban tres rupturas juntos antes de la tragedia), la cual es una polémica bastante legítima, y que pocas veces se ve en el cine.
Asimismo, al ser ella la contraparte madura y bajada a tierra a la volatilidad e inmadurez de Jeff, es que se da pie a algunas de las discusiones más devastadoras que me ha tocado ver en la pantalla grande en mucho tiempo, especialmente porque resulta muy doloroso ver su sufrimiento a raíz de la irresponsabilidad y auto-compasión de Jeff, quien en su conducta auto-destructiva, demuestra que también se lleva a buena parte de quienes lo rodean consigo mismo. Honestamente, la dinámica entre ellos dos es motivo más que suficiente para ver la película.
Con esto dicho, hay que señalar que si bien la dirección del director David Gordon Green («Pineapple Express»; «Experta en Crisis») está muy bien lograda en cuanto al desempeño de sus actores, la verdad es que la película pierde fluidez y fuerza a momentos, dado que cae de vez en cuando en los clichés que uno espera de películas de este tipo, tanto en un nivel de manipulación emocional como de un patriotismo severo. Es esto lo que impide que la cinta alcance su máximo potencial, ya que termina dejando su sustento en nada más que el desarrollo de sus personajes y las actuaciones, pero dejando la historia en un plano bastante predecible.
Para resumir, «Más Fuerte que el Destino» es una película que resalta por poderosas actuaciones y por una mirada fresca y realista frente a los personajes humanos e imperfectos que resultan ser el daño colateral de las tragedias de la vida real; mirada que poco se frecuenta ver en películas de este estilo. Si bien la cinta se cae a la hora de trabajar varios clichés del género y una identidad muy norteamericana a momentos, no deja de ser una experiencia sumamente emotiva que sin dudas resonará y moverá a muchos en varios sentidos, sea con rabia frente a las intransigencias de un hombre imperfecto, o con felicidad a la hora de ver el encuentro de un ser humano perdido y roto con una poderosa y fuerte voluntad para vivir y salir adelante.
«Más Fuerte que el Destino» puede ser encontrada en todos los cines del país a partir del 15 de marzo.
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