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Las historias reales impactan y mucho más cuando son así de cercanas. Tal como el caso de la película del director Alejandro Fernández, «Matar a un Hombre», que nos pone en la piel de un personaje trabajador, un padre de familia, que sólo quiere el bienestar para los suyos, como cualquier persona que conocemos. Ahora bien, ¿qué tan lejos estamos dispuestos a llegar para proteger a nuestros seres amados?.
Sinopsis: A Jorge, un padre de familia corriente, lo asalta un conocido delincuente del barrio al regresar a casa después del trabajo. Su hijo decide encararse con el ladrón para recuperar lo robado, pero este reacciona violentamente y le dispara dejándolo gravemente herido. El delincuente, que es condenado a una irrisoria pena de prisión, al salir empieza a amenazar y acosar a Jorge y a su familia sin que la policía tome medidas para protegerles.
Un padre asesinó al acosador de su familia tras estar cansado de él y sus hostigamientos. En palabras del mismo director Fernández: «En muchas ocasiones, como este caso, el crimen parece que tiene una justificación que es válida, pero el hombre no encontró ese alivio, ese respiro.«
La historia de un hombre que busca proteger a su familia de un villano suena algo trillada, parece la base de muchísimas películas de Hollywood en las cuales esperamos ver mucha sangre, disparos, explosiones y gente colgando desde helicópteros. Sin embargo, esto no es Hollywood, esto es la vida real, una historia verídica que fue llevada a la gran pantalla del cine chileno.
Al analizar el modo en que el director presenta la historia, nos damos cuenta que cada escena por si sola funciona como un plano secuencia, es decir sin cortes en el mismo escenario, lo que nos atrapa en un transcurso real del tiempo de los personajes. Somos uno más dentro de la historia, un espectador presente que siente la impotencia de no poder tomar cartas en el asunto mientras vemos las atrocidades que ocurren.
En cuanto al hombre asesinado, Kalule, era alguien detestable y atemorizante, y sí, en el lugar de Jorge muchos habrían hecho lo mismo. De esta manera, lo interesante es que, al igual que el protagonista, la culpa de cargar con la vida de un hombre, aunque haya sido el mismísimo diablo, a todos nos habría pasado la cuenta, a modo de un palpitante corazón bajo el suelo del estudio que nos delataría.
«Matar a un hombre» es densa e incómoda, con el sello característico del cine chileno que nos destaca en el extranjero, pero que en nuestra propia tierra no hemos valorado lo suficiente.
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