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Sol, playa, arena. Es verano, hay que salir a surfear. Una película cool para gente cool, con una sobreexplotación de la tecnología; mucho Skype, Instagram y mensajería instantánea, además de publicidad a marcas de lo más top. Eso es Miedo Profundo, ¿o no?
Sinopsis: En este tenso relato de suspenso, Nancy (Blake Lively) surfea sola en una playa solitaria cuando es atacada por un gran tiburón blanco y queda varada a corta distancia de la playa. Aunque está sólo a 200 yardas de su salvación, llegar ahí le requerirá la más exigente fuerza de voluntad. Es una especie de Jaws para una nueva generación.
La sinopsis de Miedo Profundo no deja mucho a la imaginación y es que la trama no es mucho más que eso. Durante la primera media hora la película nos muestra un mundo juvenil, con una Blake Lively (El Secreto de Adaline) de unos 24 años que, tras la pérdida de su madre, decide viajar y abandonar sus estudios en medicina, a pesar de la negativa de su padre, en busca de la playa secreta en México donde su madre estaba cuando supo que estaba embarazada de ella.
En una amalgama de apps, un spanglish terrible y una actuación hilarante de Óscar Jaenada (Cantinflas) como Carlos, somos introducidos en un mundo surfer con colores muy llamativos que, de ver la película sin conocer de qué trata, nos propone algo totalmente distinto a la premisa original, mucho más enfocada a un público millennial que a los fanáticos del Cine B.
Del director catalán Jaume Collet-Serra (La Huérfana), «Miedo Profundo» es una película con un argumento simple, claro y conciso: la chica guapa vs un tiburón blanco, y no escapa de eso. Durante la mayor parte de los 86 minutos de duración vemos a Blake Lively (en un rol que la acerca más a un femme fatale que a una surfista de Texas) ingeniárselas para sobrevivir al ataque de un tiburón blanco usando sus conocimientos previos en su etapa de estudiante de Medicina, lo que es un cambio a las clásicas películas donde los personajes improvisan a lo MacGyver ante la adversidad. A pesar de lo básico de la premisa, se le entrega una historia previa a Nancy para hacer todo el argumento más creíble, e inesperadamente, funciona.
No es la primera vez que una película completa debe ser sostenida por solo un actor, pues ya vimos casos como «127 Horas» (2010) o «Enterrado» (2010), en donde la gran mayor parte de las acción se veía en diálogos internos de los mismos personajes; lo que sorprende es que «Miedo Profundo» tiene una protagonista, en su mayor parte, bastante silenciosa, dejando que sus gestos y reacciones hablen por ella, teniendo una o dos frases notables, y el ya clásico y único improperio de las películas 13+. Aun así, Blake Lively sorprende con una actuación sólida y honesta, que no se siente sobre actuada en ningún momento.
Un punto muy fuerte en el filme es la espectacular dirección de arte, con una fotografía llena de tomas panorámicas muy coloridas de las costas australianas (aunque sea ambientada en México se filmó en Australia), una iluminación muy bien detallada en las tomas nocturnas y las de día, además de un vestuario muy cuidado y de forma ingeniosa (¿cuántas formas hay de usar un bikini y un traje de surf? Más de lo que uno cree.), todo esto acompañado de una banda sonora muy bien trabajada para llenar aquellos silencios que deja su protagonista.
Existen otros personajes en pantalla, como el padre y la hermana de Nancy, unos estereotipados surfistas, y el ya mencionado Carlos; y también está el mortal antagonista, que es probablemente el tiburón más insistente y resentido que se ha visto desde «Tiburón» (1975) de Steven Spielberg, el cual, sin ser visto en muchas escenas, entrega la cuota de tensión necesaria en una película que pasa de la comedia al suspenso muy rápidamente. Mención aparte al Wilson personal de Nancy: Sully “Steven” Seagull, la más carismática y mejor entrenada gaviota de la historia del cine, que hará compañía a la rubia en su desesperación.
Es difícil decir que Miedo Profundo pasará a la historia como una gran película del cine, pero sí será recordada como una historia que sin aspirar a mucho, entrega una pequeña y absurda obra maestra; en la cual, aunque uno comienza a ver la película conociendo prácticamente toda la trama… de todas formas te mantendrá en el borde del asiento antes de su conclusión. Al entrar a la sala, me pregunté si el mundo necesitaba 90 minutos de Blake Lively sola en pantalla, y hoy puedo responder a esa pregunta con confianza: sí, totalmente.
No me tincaba mucho la película, pero ahora que leo esto creo que la vereeeé