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El cine tiene de todo y para todos. Este año, nuevamente nos enfrentamos a un desfile de películas asombrosas, algunos dolores de cabeza y en medio, y otras que ni siquiera terminan de tener sentido. Me atrevería a decir que «Negra Navidad» está dentro de las últimas.
Dicho esto, dejo el aviso que esta reseña contendrá spoilers explícitos de la cinta, pues no veo otra forma de referirme a ella.
Sinopsis: Hawthorne College se está calmando para las vacaciones. Pero cuando Riley Stone y sus amigas de Mu Kappa Epsilon: la atleta Marty, la rebelde Kris, y la entusiasta de la comida Jesse se preparan para celebrar las fiestas navideñas, un acosador con máscara negra empieza a matar a las mujeres de la hermandad una por una.
A medida que aumentan los cadáveres, Riley y sus amigas comienzan a preguntarse si pueden confiar en cualquier hombre, incluyendo al novio de Marty, Nate, el nuevo interés amoroso de Riley, Landon, o incluso, el querido maestro de clásicos el Profesor Gelson. Quien sea el asesino, está a punto de descubrir que las jóvenes de esta generación no serán víctimas de nadie.
Por si no lo sabían (como yo), la película es un remake de la cinta homónima del 74′ que se considera como una de las que sentó las bases del slash en terror. Este remake toma un giro arriesgado y sorpresivo, integrando el feminismo como parte central de su trama (detalle que no es advertido en su trailer o sinopsis) , en un contexto muy propio de las universidades estadounidenses. En un comienzo pareciera que puede resultar, pero sus intentos caen a pique cuando comienza a ser evidente lo mal abordado que está el tema, lleno de comparaciones burdas o mensajes simplistas, haciendo del tema una caricatura.
Por otra parte, la película resulta en su mayoría muy confusa, con una introducción sumamente larga y sinsentido, para continuar con una forzosa inclusión de la estructura feminista de la historia con la trama slasher de la cinta, que carece de sangre y pantalla.
El guión nos enfrenta a un grupo de chicas miembros de una fraternidad, en donde una de ellas ha sido abusada sexualmente, situación que fue puesta en tela de juicio por los demás. Sus compañeras de fraternidad son su único apoyo, e intentan por todos los medios romper con las estructuras machistas que se imponen en su diario vivir: luchando contra el profesor que solo enseña clásicos escritos por hombres hetero sis, anulando la imagen de un fundador patriarcal, acusando la cultura de la violación propia del entorno universitario. Hasta aquí todo bien.
Poco a poco -y aparentemente sin sentido- las miembros de la fraternidad comienzan a ser asesinadas por un misterioso ser. Luego nos damos cuenta de que todo es responsabilidad de una de las fraternidades masculinas del campus, la que tiene como modelo al fundador de la fraternidad y que cree fervientemente en un rol secundario de la mujer frente al hombre, en donde la sumisión es el ideal y las feministas de hoy una abominación. Es por esto que las chicas han sido marcadas por oponerse a dicho esquema, siendo asesinadas una a una. Es hacia este clímax en donde la cinta presenta sus mayores problemas: el machismo es representado como un «espíritu» que domina a los hombres, despertando lo más profundo de su «espíritu alfa innato», el que siente esa necesidad de violar y asesinar, de abusar y de oprimir.
El macho está dentro incluso del miembro más neutral del grupo, el novio reconstruido de una de las chicas, que luego de sufrir un dolor de cabeza (manifestación del espíritu) arroja frases como «Estoy cansado de que nos metan a todos los hombres dentro del mismo saco», para luego volver arrepentido una vez despierta del trance. También está la amiga diciéndole a la víctima de abuso que «debe ser una luchadora» cuando ella demuestra conductas evidentemente propias del trauma, para que al final de la película, luego de enfrentarse a esta horda de machistas poseídos, ella reconozca que «tenía razón, siempre debió haber luchado». Porque claro, siempre fue así de simple.
Los demás elementos de la película, como la música o la cinematografía, pasan a segundo plano sin pena ni gloria frente al problema que presenta el guión; el que además deja el slasher muy de lado. Es triste saber que la directora es una mujer y que algo con tan buenas intenciones terminó siendo lo que es «Negra Navidad».
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