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Desde que se dio el fenómeno televisivo que fue «Breaking Bad» entre 2008 y 2013, el tratar historias que lidiaran con el quiebre de la identidad propia y el costo de dicho cambio, fueron algo que resultó difícil de seguir tratando de una manera que llegara a ser igual de potente y exitosa. Sin embargo, la plataforma Netflix quiso dar un nuevo intento a la fórmula, el cual nos llega en la forma de «Ozarks», una serie que -en opinión de este crítico- no tan solo logra llegar a los talones de la popular serie protagonizada por Bryan Cranston, sino que con su primera temporada, logra cementar el potencial para inclusive superar en todo ámbito a su predecesora.
Sinopsis: Marty Byrde (Jason Bateman) es un alto ejecutivo con una aparente vida normal en familia. Casado con Wendy (Laura Linney) y con dos hijos, Charlotte (Sofia Hublitz) y Jonah (Skylar Gaertner), todos llevan una vida apacible y ordinaria. Pero bajo esta apariencia la vida de Marty esconde trapos sucios. Es el encargado de blanquear el dinero de uno de los cárteles de droga más importantes de México. Todo parece ir bien hasta que, tras el engaño al cartel por parte de uno de sus socios, Marty debe llevarse a su familia rápidamente a las montañas en el valle de Ozark con el fin de salvar sus vidas, y demostrarle al cartel que aún les puede ser útil.
«Ozark» funciona por varios motivos, contando la historia, la actuación, la cinematografía, y en especial, la metáfora y simbolismo detrás de su narrativa. Si bien «Breaking Bad» planteó la reconstrucción de un hombre tras su inserción en un ambiente completamente ajeno a su realidad, esta serie hace la inversa, y nos muestra un hombre (Marty Byrde) que ya fue reinventado antes del comienzo, que ha perdido su conexión con la noción de todo valor intrínseco en su vida, y que se ve en una experiencia igual de potente que la de Walter White, en la cual se encuentra en la encrucijada por redescubrir el valor de la vida humana.
La serie explora el sentido de humanidad dentro de un mundo que ha sido devorado por el materialismo y el consumismo, cosa que el propio Marty deja explícita conforme pasan los primeros segundos del primer capítulo: «El dinero es, en su esencia, la medida de las decisiones del hombre.» Esta visión es el núcleo que explica absolutamente todos los factores que movilizan la historia, definiendo personajes, motivaciones, y ambientes.
Hay un trabajo sumamente complejo que la serie logra concretar, que es el centrar una narrativa alrededor de personajes que son sumamente desagradables, pero que en su esencia, nunca dejan de perder su humanidad. Es esta misma la que los impulsa a sobrevivir en el entorno que los rodea, el cual a pesar de ser un escape en un principio, resulta ser aún más hostil que el punto donde empezaron.
Los Byrde no son una familia perfecta, sino que son la maqueta de una. Son un conjunto familiar que se rodea de mentiras, resentimiento y odio; todo por tanto las mejores como las peores razones. La inhabilidad de Marty de enfrentar de cara la infidelidad de su esposa Wendy; la resiliencia con la que la familia aborda el que laven dinero para uno de los carteles de droga más grandes de México; son ambos ejemplos de que estamos lidiando con gente que está rota como consecuencia de sus decisiones, las cuales en un principio se dieron a raíz del dinero como un incentivo, y ahora se dan con el dinero como única razón de su supervivencia, pero no como necesidad.
Jason Bateman («Arrested Development»; «El Regalo») se luce como el protagonista Marty Byrde, demostrando que tiene una gran capacidad para el drama, y no tan sólo para la comedia, género en el cual se ha cementado por los últimos años. Su personaje no tan solo se siente humano, sino que resulta sumamente interesante dado que su forma de actuar resulta inteligente, sagaz, y realista (la mayoría de las veces), principalmente porque la historia sabe que puede ahorrarse varios clichés que una narrativa así demandaría. Cosas como la revelación de que Marty ha sido un contador para un cartel de droga por años, es algo que inmediatamente se le explica a la familia desde el comienzo de la serie, y esto es porque ante la situación en la que se ven ellos, el personaje no tiene razones para mentir. La naturaleza de las situaciones en las que se ven estos personajes, definen si hay espacio para la mentira o para la verdad, y Marty, siendo lo astuto que es, sabe cuándo soltar la verdad y cuándo no; cosa que vuelve las verdades mucho más impactantes al momento de escucharlas.
Por el otro lado, también hay una interpretación maestra por parte de Laura Linney («Kinsey: El Científico del Sexo»; «The Big C»), como la esposa de Marty, Wendy. Este personaje es lejos el más complejo de volver empático, porque desde que la conocemos, la verdad es que cuesta ver más allá de una mujer sumamente egoísta y manipuladora que pone su supervivencia personal por sobre la de su marido. Sin embargo, a medida que progresa la serie y se desenvuelve la historia, llegamos a explorar mucho detrás de ella, al punto en que llegamos a comprender del todo por qué ella es así, y podemos también perdonarla a pesar de no justificar sus acciones. Los Byrde han pasado por tiempos duros, y consecuentemente, duros se han vuelto también; tal vez irremediablemente.
Siendo que la familia protagónica no puede destacar sin un buen reparto de secundarios, la verdad es que los personajes en Ozark gozan de una notoria complejidad y promesa; ningún personaje sobra dentro de la historia. Cada uno cuenta con un arco narrativo definido y complejo, que no tan solo explica la naturaleza del personaje a partir de su pasado y presente, sino que también demuestra su aporte al progreso de la historia.
Por un lado están los agentes del FBI que están detrás del cartel, de los cuales destaca Roy Petty (Jason Butler Harner), un hombre claramente torturado por su pasado, cuya determinación por alcanzar a Byrde y al cartel para el que trabaja lo lleva a los extremos de un hombre con nada que perder.
Por otro, están los residentes de la comunidad de Ozark, donde resaltan los Langmore, una familia de «campesinos blancos» (rednecks) que se rigen bajo un fino código moral, donde por lejos se destaca la joven Ruth, una joven de 19 años con un carácter duro y una personalidad impredecible, que nos lleva a cuestionar en todo momento si jugará a favor o en contra de los Byrde.
Finalmente, también se destacan los Snell, quienes son la familia con más historia dentro del condado, y que por ello, tienen una determinación letal al momento de disputar la extensión de su poder dentro de sus tierras. Es por esto mismo que en el momento en que entran al juego, las cosas no hacen más que complicarse.
Asimismo, tampoco se puede pasar por alto la increíble cinematografía de la serie, la cual complementa muy bien la tonalidad de la historia. Una constante paleta de colores que no sale de los diversos matices de un azul oscuro y lúgubre, el cual sume tanto a un pueblo corroído por la corrupción e inmoralidad de los poderosos, como a una familia que lleva años ahogada en un profundo pesar, tan grande como el lago cercano del cual ahora viven. Sin duda una gran elección que no tan solo suma belleza a las tomas hechas, sino que le dan la carga emocional adecuada a la historia desde un punto de vista visual.
Si tuviera alguna falla que mencionar respecto a esta primera temporada, esta radicaría en que tener 10 episodios a diferencia de los usuales 13 o 12 que suelen tener las series de Netflix, se notan al momento de ver el progreso de la historia; el cual si bien esta bien logrado dentro del tiempo que tiene, podría haber utilizado aún más tiempo para delinear otros aspectos y expandir aún más el interesante mundo que acaban de abrir. Teniendo un capítulo final que se extiende a 1 hora con 10 minutos, cuesta creer que no tenían material para más, en especial considerando que a pesar de tener un muy buen cierre de temporada, no se puede evitar sentir que ciertos aspectos se notan apresurados.
Para resumir, «Ozark» es una serie que sorprende al tratar una premisa que ya fue desarrollada de manera increíble por un precedente como lo es «Breaking Bad», y que en vez de copiarla al pie de la letra, busca darle un giro particular y volverla algo completamente original, al punto de demostrar que una historia vieja puede renovarse para bien. Siempre tensa, espectacularmente actuada, muy bien filmada, y atrapante de principio a fin, esta nueva entrada al canon de series de Netflix, es una grata sorpresa que merece ser vista lo antes posible. Solo queda esperar que anuncien oficialmente la segunda temporada, que bien merecida sería.
¿Han visto la serie? ¿Qué les pareció? ¿Creen que merezca una segunda temporada?
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