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Tres meses después de su fecha de estreno original y a pocos días del trigésimo aniversario de «Operación éxito», finalmente llega a salas chilenas la cinta «Pacto de Fuga», la cinta que recrea el escape carcelario más grande que se ha llevado a cabo en nuestro país ocurrido el 29 de enero de 1990, donde 49 presos se escaparon por un túnel de 60 metros de la ex Cárcel Pública de Santiago.
Sinopsis: La cinta trata de la fuga carcelaria de medio centenar de reos de la Cárcel Pública de Santiago, planeada y perpetrada por 24 presos que cavaron un túnel de más de 80 metros de largo, escondiendo 55 toneladas de tierra dentro del penal, lo que les tomó más de un año de construcción, utilizando sólo un destornillador. Ni los presos comunes de las celdas cercanas, ni los gendarmes que los vigilaban a diario descubrieron el plan que llevaría a 49 reclusos a alcanzar la libertad en uno de los escapes más sorprendentes de la historia penal chilena.
La película es la primera cinta de este tipo del director David Albala. Luego de más de seis años de trabajo, asesorados por algunos de los participantes originales de la fuga que tuvo lugar en la Cárcel Pública de Santiago, el director recrea, a su modo pero intentando retratar fielmente la realidad, la más grande hazaña de los miembros apresados del Frente Patriótico Manuel Rodriguez (FPMG), lograda tan solo semanas antes del retorno a la democracia con Aylwin como Presidente. Con un elevado presupuesto para lo que acostumbran las cintas nacionales nacionales, el gran nivel de producción se hace evidente. Utilizando diversos lugares de Chile como locaciones, Albala dedicó un gran esfuerzo a recrear fielmente tanto la historia como el ambiente en la que se desarrolló.
El tinte político de la historia es evidente e ineludible, y quizás va a provocar en muchos la típica queja de que «lo único que sabe retratar el cine nacional es la dictadura», sin embargo, es imposible negar la importancia histórica de dicha etapa, cuyas repercusiones continuan afectándonos. De todos modos, la película da un giro que me atrevo a decir nunca antes se había visto: El de la superproducción. La dinámica se refresca por este aire hollywoodense en el uso de la cámara, la inclusión de la acción y el suspenso. Entregándonos contexto suficiente y sin ahondar en los planteamientos de los partidos de la época, la historia nos sitúa inteligentemente en el medio del caos social que origina esta imperante necesidad de fuga, sus motivaciones colectivas e individuales al mismo tiempo que nos muestra una atractiva historia de acción: la de la fuga carcelaria, estableciendo un bien logrado equilibrio entre ambos componentes.
La cinta es sumamente atractiva desde lo visual, así como también desde el guión muy bien construido. Pese a que los personajes no son estrictamente basados en personas reales, si capturan muy bien la esencia de quienes fueron y lo que vivieron los reales involucrados en el escape, y todos quienes tuvieron que atravesar ese periodo, logrando situar al espectador en dicho escenario.
«Pacto de Fuga» cuenta con un elenco de lujo, con numerosos rostros nacionales muy reconocidos entre ellos Benjamín Vicuña, Amparo Noguera, Roberto Farías, Francisca Gavilán, Victor Montero, Willy Semler, Mateo Iribarren, Diego Ruiz y Eusebio Arenas,que nos entregan una cautivante interpretación de cada uno de los personajes.
Desde el inicio de la cinta nos introducimos de lleno en esta historia de un grupo de hombres atrapados por sus ideales en una época en donde la justicia es solo un sueño, la tensión y la desesperación son palpables en cada uno de los reos. La película logra no solo ilustrarnos a cerca de lo que este gran evento de rebelión y coraje representó en la historia de Chile, si no que también logra entretenernos durante todo el camino.
Una película que logra adentrarse en un tema abordado múltiples veces pero con una visión fresca y entretenida, encantando con su alto nivel de producción y su historia a todo aquel que se atreva a darle una oportunidad. Una ventana a lo mucho que el cine chileno es capaz de avanzar y una esperanza con respecto al tipo de cintas que esperamos ver multiplicadas a futuro. En cines nacionales gracias a 20th Century Fox.
La película chilena “Pacto de Fuga” puede enfocarse desde dos perspectivas:
1) Enfoque político-ideológico.
2) Enfoque puramente cinematográfico.
Aunque entrega un claro contexto histórico-político, no es una cinta política en sentido estricto. No hay elaborados discursos ideológicos ni debates entre los personajes acerca del modelo de país post-dictadura. A lo más, cruces de opinión y algunas recriminaciones por fracasos políticos previos.
No va por ese camino, sino por el de la entretención dentro del género carcelario. Y bien que así sea.
En ese sentido, la película de David Albala cumple con creces. El mismo director lo dijo: “Quiero una película de acción, suspenso, entretención”.
Contextualizaremos la época (magníficamente recreada) en que se sitúa la película, para su mejor comprensión, especialmente del espectador no chileno.
Se basa libremente en un hecho real, ocurrido en enero de 1990. La fuga de 49 presos políticos, varios de ellos esperando condenas a muerte o perpetua, de la Cárcel Pública de Santiago de Chile, en lo que constituye el mayor escape y de los más impactantes en la historia carcelaria del país.
El plan fue ejecutado por 24 prisioneros políticos que trabajaron con enorme esfuerzo y tesón, bajo condiciones agobiantes y expuestos a ser descubiertos en cualquier momento, durante año y medio de ardua labor. En el más completo hermetismo, construyeron un estrecho túnel de unos 60 metros de largo. ¿Cómo se llegó a la cifra final de 49 fugados? (spoiler).
Esta huida masiva causó un “terremoto político-institucional» en las semanas finales de la Dictadura de Augusto Pinochet.
La película es muy entretenida, buen pulso narrativo, ritmo y montaje rápido, está llena de detalles significativos y algunas imágenes metafóricas con cierto halo poético. Logra captar desde el inicio la atención del espectador y meterlo en la trama. Tiene lo habitual en cintas del género. Códigos de comunicación de los protagonistas, estrategias para no ser descubiertos, posters de mujeres semi-desnudas para cubrir espacios intervenidos, hurto de elementos necesarios, o adquisición de ellos mediante estratagemas, inspecciones-sorpresa, castigos de aislamiento, visitas de parientes, prácticas deportivas y recreativas dentro del recinto y hasta un soplón entre los reos políticos.
Todo con mucho suspenso y adrenalina, y por momentos, con un ritmo vertiginoso. Y no podía faltar el temblor, hay que ubicarse, estamos en un país sísmico y esos fenómenos telúricos son muy habituales. Y así ocurrió en la realidad.
No estamos acostumbrados a que se produzca en Chile un cine de este tipo, de espectáculo puro y duro, acción intensa, adecuada dosis de emoción y una tensión permanente. Poco o nada que envidiarle a productos similares del género. Albala se atrevió y lo consiguió, bien secundado por correctas interpretaciones, todos muy empapados de sus respectivos roles, tanto los protagonistas presidiarios, sus parejas y el apoyo externo, como gendarmes y autoridades del régimen.
¿La musicalización? Estupenda. Se ha criticado por ahí el formato de video clip de algunas escenas. Sí, pero ese recurso otorga dinámica y emoción. Y en ciertos momentos, también entrega una adecuada ralentización de las acciones, ante tanta rapidez de los hechos. Escuchamos temas musicales de Víctor Jara, Sol y Lluvia, Los Prisioneros, y otros, muy a tono con el ambiente y la simbología de la ultra izquierda. También destaca la canción central, de Ana Tijoux, especialmente compuesta para esta película.
¿Que tiene ciertas influencias de grandes películas del tema carcelario? Por supuesto y qué director no las tiene, con mayor razón si es su primera obra.
Algo de “El gran escape” (1963), muy poco de “Papillón” (1973), algo de “Fuga de Alcatraz” (1979), un poco de “Sueño de fuga” (o Cadena perpetua 1994). Algo también de “La evasión” (Le Trou, 1960). Incluso, en el cierre, con los escapados en la micro, se cruzan con un carro de la policía y bajan la cabeza, reminiscencia de “Expreso de medianoche” (1978) y su escena final.
Esta cinta bebe de varias fuentes.
¿Que es una película claustrofóbica como se ha dicho por ahí? No lo creo. El túnel, obviamente, produce dicho efecto psicológico y físico, pero como película en general, no es más claustrofóbica que varias otras del tema. Y mucho menos que «El hombre de Alcatraz» (el ornitólogo, con Burt Lancaster, 1962) o “La evasión”, esa inmensa cinta francesa de Jacques Becker, que transcurre en su totalidad en espacios interiores.
“Pacto de Fuga” muestra bastantes escenas en exteriores, las visitas, los patios, las pichangas de fútbol, pasillos con luz de día, imágenes de afuera, en iglesias, conversaciones de las redes de apoyo externo, etc.
No todo es el túnel.
¿Cuestionamientos? Cierto uso de cámara nerviosa, casi no hay pausa para la reflexión, el abuso de primeros planos, y, a veces, se entiende poco lo que dicen los personajes. Éstos no son presentados directamente en el comienzo, sólo aparecen en pantalla.
El director elige, tal vez acertadamente, no ocupar tiempo en prolegómenos y el plan de fuga comienza de inmediato. Más adelante empiezan a perfilarse mejor los protagonistas y se van comprendiendo sus problemáticas y conflictos personales. Y después de la noticia del triunfo del No en el Plebiscito, la acción se acelera y el suspenso se incrementa. Los personajes ya están mejor definidos a esas alturas del relato, vamos conociendo sus dramas familiares y también a personajes del exterior, fundamentales en el éxito del plan.
Dato para los no chilenos: Plebiscito de 1988 dio la victoria a la opción NO, a la continuidad de Pinochet en el poder y abrió la puerta a elecciones libres (en 1989).
En suma, interesante película del género, en código hollywoodense actual, que refresca el ambiente del cine chileno, poco o nada habituado a apuestas riesgosas como ésta.
Spoiler.
Fue real que los 24 reos elaboraron sus propios códigos de comunicación interna para evitar ser descubiertos y construyeron un estrecho túnel de unos 60 metros de largo, valiéndose de utensilios domésticos y otras herramientas muy básicas, como destornilladores, cucharas, cuchillos, tenedores, punzones, cualquier cosa que sirviera para raspar y cavar, ollas pequeñas para la tierra, etc. Además, implementaron ingeniosos sistemas de iluminación y de ventilación mediante el uso de botellas plásticas y un motorcito, y carritos sobre rieles de madera para transportar la tierra y piedras.
Pero en la película se muestra que la ventilación se ayudó con bolsas plásticas (incluso la abogada de DDHH hace su aporte), en lugar de botellas Y los escombros se almacenan primero en bolsas de basura y después en especies de sacos confeccionados con tela de jeans. No aparece el trencito y los rieles. Esto último, sí fue influencia directa de «El gran escape», para los fugados en la vida real, como ellos lo declararon después.
No era un plan simple: debían cavar un túnel a siete metros de profundidad, desde las galerías destinadas a los presos políticos, en el centro de la cárcel, hasta el patio trasero de la Estación Mapocho, cruzando el ducto del Metro. Uno de los problemas principales fue dónde depositar la tierra y escombros del túnel. Hallaron un lugar: en el entretecho de la cárcel.
Al final, también se escaparon espontáneamente otros 25 reos políticos, quienes descubren el forado casi por casualidad, ya que el túnel lo dejaron abierto los del grupo principal, con esa intención, completando la cifra final de 49 fugados. Así ocurrió en la realidad.
Lo del lisiado en silla de ruedas informando a sus compañeros de la existencia del túnel, es ficción de la película, como también la pelea entre el soplón y uno de los reos políticos más jóvenes, quien, pese a trabajar arduamente en la construcción el túnel, finalmente se queda afuera, debido a sus heridas producidas por dicha pelea, en la cual, en todo caso, él sale vencedor.
Una última consideración: En el afiche oficial de la película se destaca a Benjamín Vicuña por sobre el resto de protagonistas, induciendo a posible confusión. Se entiende que es por motivos de marketing. En realidad, son varios los protagónicos, algunos de ellos/as, muy destacado/as en sus roles. Por ejemplo, sólida labor de Roberto Farías, que compone un personaje (Jiménez) entregado a la causa, con liderazgo y sarcástico con los gendarmes y autoridades, lo que despierta la complicidad del espectador.