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La realeza desde siempre ha resultado algo misterioso y fascinante, que ha sabido mantener su lugar a lo largo de los años y por sobre cualquier tragedia o contratiempo ocurrido en su larga y nutrida historia. Dentro del gran número de personajes que componen este selecto grupo, sin duda hay algunos que han logrado cultivar un perfil mucho más cautivador, en los que innegablemente se encuentra Diana Spencer, mejor conocida como Diana de Gales. La joven que al contraer matrimonio con el heredero a La Corona, el príncipe Carlos, se unió a un mundo al que se enfrentó con una popularidad y rebeldía que constantemente amenazaban la frágil paz del Palacio de Buckingham.
Sinopsis: El matrimonio de Lady Di y el Príncipe Carlos hace tiempo se enfrió. A pesar de que abundan los rumores de aventuras y divorcio, reina la paz para las festividades navideñas en Sandringham Estate. Hay comida, bebida, tiro y caza. Diana conoce el juego, pero este año las cosas van a ser muy diferentes. Spencer contará la historia de lo sucedido durante esos días decisivos.
“Spencer” es una cinta inspirada en la Leyenda de Diana de Gales, una fantasía creada por Pablo Larraín (Jackie) que no pretende contar una historia ni darnos más datos secretos por sobre los miles ya expuestos en innumerables documentales y ficciones, si no más bien presentar un retrato oscuro e hipnótico de los más grandes fantasmas de Diana, constantemente eclipsados por la devoción que muchos le profesaban, pero que se levantaban con fuerza dentro de las paredes de las residencias de la realeza.
La película exige cierto grado de conocimiento por parte del espectador con respecto a la historia que cuenta, pero nada que no sea en este punto algo de cultura general. Nos situamos en un contexto en donde Diana vive una relación que, aunque en un principio pareció tener un futuro, termina desgastada y enmarcada en la obligación y las apariencias de un grupo social en el que el lema parece ser sobrevivir a cualquier costo.
El film comprende un periodo de tiempo de apenas tres días, transcurridos el año anterior a la bullada separación de los príncipes de Gales. El escenario es la fiesta anual de navidad convocada por la Reina Isabel, a la que por costumbre deben asistir. Este es fiel reflejo del rígido protocolo que implica ser parte de la familia Real, en un mundo en el que las responsabilidades están por sobre los deseos personales de una forma absoluta, demoledora y aplastante.
Diana es el foco completo de la historia, alejándola de la imagen adorada por las masas para mostrar un lado vulnerable y atormentado fruto de una personalidad compleja e individualista, dejando absolutamente de lado esa imagen bondadosa e inocente difundida por los medios. En cambio somos testigos una mujer inestable con una carácter desafiante y provocador, que se encuentra en constante lucha contra la depresión y los TCA. Es importante mencionar que esta última es una faceta muy predominante de la cinta, frente a lo que lamentablemente no recibimos ningún aviso pese a lo gráfico y repetitivo de dichas escenas, que podrían ser detonantes para algunos.
Las secuencias son sumamente íntimas y rara vez se desarrollan con más de dos personajes en pantalla interactuando al mismo tiempo, entregándole todo el peso de la cinta a Kristen Stewart, quien interpreta de manera magistral a la princesa, transmitiendo todo su sufrimiento y conflictos internos, al mismo tiempo que rescata de manera sumamente prolija gran parte de su característico lenguaje no verbal. Es la actriz el principal conductor y sostén en una narrativa con poca historia, que se enfoca principalmente en este retrato al lado más perturbado de Diana y que es mostrado como individuo, con un pasado y motivaciones propias, más que como este peón de una monarquía inglesa, llena de rígidos protocolos de comportamiento a los que insistía en rebelarse, pues no estaba dispuesta a renunciar a su identidad por el compromiso que significaba su rol para La Corona.
Frente a esto parece obvio decir que el amplio reconocimiento de su rol en su paso por los festivales internacionales no es por nada, entregándonos razones de sobra para darnos el tiempo de admirar esta producción cuyo trabajo se realizó en parte considerable desde territorio nacional.
No podemos omitir la brillante banda sonora de Jonny Greenwood que acompaña cada uno de los sucesos, música que se enfrenta a los escenarios tangibles en los que nos situamos para conectarnos con el tormento interior de la protagonista de una manera perfecta, convirtiendo escenas comunes en pesadillas.
“Spencer” es una producción de Fábula que llega a los cines nacionales gracias a Diamond Films Chile y que, sin duda, se convierte en una visita a las salas obligada en esta temporada.
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