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Terminator ha vuelto y esta vez la apuesta es alta: Se instala un gran director a la cabeza como lo es Tim Miller, quien probó su habilidad con Deadpool y vemos de vuelta a la Sarah Connor de Linda Hamilton por primera vez desde 1991, además de James Cameron, quien regresa como productor. Aún así las críticas hasta ahora han sido diversas y el público sigue expectante de lo que la clásica saga puede ofrecer.
Sinopsis: Sarah Connor une todas sus fuerzas con una mujer cyborg para proteger a una joven de un extremadamente poderoso y nuevo Terminator.
Nos enfrentamos nada más que a la sexta entrega de la franquicia, que al igual que su antagonista, se niega a morir. La cinta rescata algunos de los mejores elementos de su saga hasta ahora e intenta reparar algunos de los daños pasados, lo que logra solo parcialmente. La trama hace honor a su nombre original (el que se traduce como «Destino Oscuro»), enfocándose en una historia que considera mayormente los sucesos de las primeras dos cintas para, a partir de ahí forjar una nueva línea temporal, la que lamentablemente parece estar marcada por un destino que se sobrepone a la lucha humana y a todos los intentos de Sarah por cambiar el futuro. Es así como antiguos y nuevos personajes se encuentran para cumplir una misión que ya han vivido, pero que aprovecha de replantear algunos puntos como la integración cultural y el protagonismo femenino. Y aunque a ratos esta inmersión en el contexto actual de la sociedad pareciera algo forzosa, termina siendo más un punto a favor que en contra.
Grace (Mackenzie Davis) cumple bien su rol como la nueva Kyle Reese, con una construcción interesante que le otorga una nueva dimensión al personaje, pese a que es abordada de manera muy superficial. Sin embargo, su contraparte interpretada por Gabriel Luna, pasa un poco desapercibida, reforzando la idea de que nunca nos enfrentaremos a un nuevo Terminator con el peso que ha tenido el de Arnold Schwarzenegger. Por su parte, la dinámica de Daniella y Sarah Connor encarna el destino, su fuerza y la intención de cambiarlo, en donde sin quererlo Sarah se convierte en mentora y protectora de Daniella, siendo uno de los vínculos más naturales entre los personajes. La aparición de Schwarzenegger y Hamilton rescata la esencia de las dos primeras cintas y hace evidentes los intentos por «ignorar» a las que le siguieron, convirtiéndose en el peso y razón de esta nueva entrega.
El guión nos lleva como por una montaña rusa: nostalgia, grandes ideas, algunos vacíos argumentales, diálogos predecibles. Pero, de todos modos, la acción es la que predomina en la pantalla, llevando los discursos a un segundo plano. Los efectos especiales ocupan un lugar discreto y son inteligentemente utilizados, sin pretender deslumbrarnos con nuevas imágenes futuristas, pero añadiendo valor a los enfrentamientos y persecuciones.
«Terminator: Destino Oculto» no corre grandes riesgos, juega seguro y lo hace bien, entregando una divertida cinta de acción que concentra lo mejor de sus orígenes con algunas de las ventajas del cine de acción actual, dando más de una razón para verla en pantalla grande, pero que en comparación a su meta, se queda un poco corta. Sin duda supera a sus predecesoras, pero le falta para lograr ser el salvavidas de una saga que ya parece haber agotado todo su potencial, dejándonos a la espera de sorpresas.
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