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A tan solo unos pocos días de los Oscar, ya nos vemos frente a otra de las películas nominadas. Entre una selección donde destacan cintas dirigidas por un rango de directores donde destacan el que tiene visión musical (Damien Chazelle por «La La Land»), el que ha vuelto detrás de cámara después de mucho tiempo (Mel Gibson por «Hasta el Último Hombre»), el que alterna géneros con visión artística (Denis Villeneuve por «La Llegada»), y el independiente (Kenneth Lonergan por «Manchester Junto al Mar»), entre otros, es cuando notamos a esos pequeños diamantes en bruto que resaltan por uno de los mejores logros que cualquier joven director puede soñar: que nominen a su opera prima. Así es el caso de Garth Davis, quien nos trae su primera película, «Un Camino a Casa», la cual tiene mucho que ofrecer para quienes buscan pasar por un mar de emociones.
Sinopsis: Saroo Brierley (Sunny Pawar), un niño indio de 5 años, se pierde en las calles de Calcuta, a miles de kilómetros de su hogar. Sobrevive a muchos desafíos antes de ser adoptado por una pareja (Nicole Kidman y Davind Wenham) que se lo lleva a Australia y lo crían en una cultura diferente. Cuando Saroo crece (Dev Patel), decide localizar a su verdadera familia, embarcándose en un viaje hacia su pasado.
Hay varias cosas positivas que puedo decir de esta película; pero creo que su mérito principal es el contraste que se puede establecer con otra película que está nominada y cuyo propósito también es el contar una historia verdadera que haga que uno se sienta bien emocionalmente. Esa película es «Talentos Ocultos».
El motivo por el que la traigo a flote, es porque, si bien encuentro que esta última es una película muy bien hecha, también tiene un carácter muy ligero (ir aquí para leer la reseña). La obra de Garth Davis, en cambio, es una historia sumamente inspiradora que nunca minimiza la tensión y el desgarrador foco emocional propio de la realidad en la cual esta ocurrió. Sentimos la soledad, pena y angustia de un niño perdido en uno de los países más grandes del mundo; cuestionamos lo que nos hace sentirnos completos como personas, tanto en el presente como en el pasado, al igual que nuestro ya adulto protagonista; etc… todos elementos sumamente humanos y emotivos que nos hacen experimentar una montaña rusa de emociones, sin dejar de ser una historia redonda.
Las actuaciones del reparto son fenomenales, partiendo por una irreconocible Nicole Kidman («Moulin Rouge!»; «Los Otros») que trae a la vida a una de las madres más humanas que se han visto en la pantalla grande; llena de convicción y amor, sin dejar de lado los problemas que afligen a todo ser humano.
Aunque -como ha de esperarse-, quienes se llevan el elogio principal son Sunny Pawar y Dev Patel («¿Quién Quiere Ser Millonario?»; «El Hombre Que Conocía El Infinito») como la versión infantil y la adulta, respectivamente, de Saroo Brierley. El director logra a través de muy buena dirección, utilizar tanto al novato y pequeño actor de la India como a su contraparte más famoso; de manera que nos da de manera balanceada dos visiones completamente distintas y masivas, de un mismo épico conflicto. Ver el mundo como un niño y como un adulto es un logro cinematográfico que brinda suma perspectiva a los espectadores. Bien ahí.
Por otro lado, hay un balance muy bien logrado en cuanto al tiempo que se le dedica al pasado del protagonista y el que se le dedica a su presente; un equilibrio que evita que la película se sienta lenta, sino que la hace fluir y nos ayuda a conocer y comprender a un mismo personaje en dos facetas donde hay una clara evolución de una a otra, y es esa misma comprensión de un personaje la que nos permite adentrarnos emocionalmente con la historia.
Si tuviera que tener algún reparo con la película, es que si bien logra tocar todos los puntos emocionales correctos, hay que admitir que no es una historia que nunca antes se haya visto en la pantalla grande; y por eso mismo, hay momentos en que no puede evitar caer en los clichés que uno espera de una narrativa así. Sin embargo, esto no quita el que se destaque que a pesar de estas tropias, hay un manejo tan humano y realista de lo que ocurre, que es muy fácil pasar por alto lo esperado; e inclusive, a momentos se disfrutan por esos respiros agradables de buenos momentos que nos traen.
Para resumir, «Un Camino A Casa» es una película que a pesar de no ser del todo original, si busca contar una historia humana que afronta una realidad conflictiva de nuestro mundo, y lo hace con una dirección muy bien lograda que saca lo mejor de sus artistas hasta el punto de lograr un relato redondo y feliz que no dista de sentirse real y desgarrador a momentos. Una película que nos demuestra el poder de la convicción humana cuando los individuos se ven en la búsqueda de completarse a sí mismos, la cual a veces puede partir de nuestro presente y dirigirse a nuestro pasado. Davis trazó un camino digno de ser recorrido varias veces más en el futuro.
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