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Corría el 2010 cuando el director norteamericano, Paul T. Anderson, hizo públicas sus intenciones de adaptar a la pantalla grande la novela Inherent Vice, del escritor Thomas Pynchon. Este año por fin su proyecto llegó a puerto trayendo a nuestras retinas -a partir del 19 de marzo,-una película que promete explotar todos nuestros sentidos.
“Vicio Propio” (Inherent Vice), tiene a los personajes de la clásica novela policial de misterio, pero en la versión hippie de finales de los ’60, mostrados a través del sucio filtro de las drogas y la infelicidad de esta época. Tenemos, entonces, la historia de unos personajes que caminan por la cuerda floja de lo moral y emocional, con la psiquis corrompida por los efectos que la post-guerra trajo a los EEUU y claro, sus adicciones.
El detective privado, Larry “Doc” Sportello (Joaquín Phoenix), es contactado por su ex novia, la hermosísima Shasta Fay Hepworth (Katherine Waterston), para ayudarla a resolver la desaparición de su novio Mickey Wolfmann (Eric Roberts).
Hasta ahí todo bien, pero al parecer una sola historia dentro de la trama es muy poco para Anderson, quien optó por entregarnos una película que gira entorno a -a lo menos tres- conflictos entrelazados. A medida que el largometraje avanza, más y más personajes se van agregando y junto a ellos estas historias convergentes. Son alrededor de 30 los actores importantes en la trama -entre ellos Josh Brolin, Owen Wilson y Benicio del Toro-, que aportan en algo al resolver y a la vez enredar los misterios que se van presentando. Pero tranquilos, porque el genial Anderson hace que finalmente, todos y todo, tenga sentido. Al menos, un poco.
Vicio Propio no sería lo mismo sin la constante presencia de las drogas, tanto en sus personajes como en el punto central de la película. Por un lado, la droga es utilizada por Anderson para crear momentos de iluminación en Doc, que lo van guiando hasta resolver el caso. Por otro lado, el inocente consumo hippie de antaño, se muestra transformado en una industria corrupta que de una u otra manera involucra a todos los personajes articulando así la trama de la película.
Esta no es una película holliwoodense más que abusa del sexo, la violencia y comedia. Al verla les puedo asegurar que reirán de verdad, con momentos tan geniales que aún pasados los recordarán y volverán a reírse. Verán escenas de sexo y violencia que les incomodarán y llegarán hasta sus huesos, pero que están tan bien realizadas que querrán verlas de nuevo. Con un manejo preciso de cada escena, el director logra que empaticemos con sus personajes, llegando a sentir su tristeza, sus miedos e incluso sus viajes psicodélicos y paranoicos.
Anderson juega con nuestra mente de una manera gloriosa. Nos hace pensar, ya en las últimas escenas de la película, que tenemos todo resuelto, para pronto romper nuestro esquemas y sorprendernos con un final inesperado. Inherent Vice, o para nosotros Vicio Propio, es efectivamente, todo lo que no se puede evitar.
Vica.
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