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James Gray («Los Dueños de la Noche»; «Sueños de Libertad») ha demostrado tener un don para recrear una sensación de realismo tanto en lo narrativo como en lo ambiental dentro de sus películas. Es por esto que con cada película nueva que trae, resulta difícil no tener al menos algo de interés frente a la historia que nos quiera contar. «Z, la Ciudad Perdida» («The Lost City of Z») ha demostrado ser su más grande apuesta, al detallar con lujo de detalles la historia de la misteriosa Expedición Fawcett. Pero, ¿logra este ambicioso proyecto cumplir con lo que se propone?
Sinopsis: Durante siglos, los europeos discutieron la existencia de una antigua civilización en la selva del Amazonas. A principios del siglo XX, el británico Percy Fawcett participó en una expedición tras otra, convencido de poder encontrar esta legendaria ciudad en cuya búsqueda han muerto cientos de hombres. En 1925, en su viaje más ambicioso y obsesivo, Fawcett desapareció en lo más profundo de la selva, al igual que todas las expediciones que han seguido su rastro. «Z, la Ciudad Perdida» relata los sucesos de las expediciones detrás de la loca obsesión de Fawcett, la cual lo llevó a su misteriosa desaparición.
Con una descripción así, resulta difícil no mostrarse interesado, en especial considerando que es una historia real, con un final abierto tan místico, que lleva a comprobar que la realidad supera a la ficción; y considerando que esto viene de la mano de Gray, no habría error en asumir que la historia sería retratada con el mayor realismo posible -cosa que efectivamente es así-. Pero entonces, ¿es esto necesariamente algo netamente positivo? La verdad es que sí y no.
El realismo y fidelidad con la que el director aborda tanto respecto a la propia documentación de la Expedición Fawcet, y a la novela de no ficción escrita por el periodista David Grann en 2005 («La Ciudad Perdida de Z»), es algo notable, y muy digno de destacar en todo momento, desde que la película comienza hasta que empiezan a rodar los créditos.
La producción en cuanto a la ambientación de los sets, los artefactos y los vestuarios, es tan impecable, que en un abrir y cerrar de ojos nos transporta de vuelta a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX; razón por la cual probablemente la película irá a ser una fuerte contendiente en la temporada de premios, por dicha categoría.
Asimismo, todo el reparto hace un trabajo extraordinariamente notable, particularmente Charlie Hunnam («Titanes del Pacífico»; «El Rey Arturo: La Leyenda de la Espada») como el protagónico explorador Percy Fawcett, quien no tan solo demuestra que tiene serios dotes para el género del drama, en contraste con los roles de héroe de acción por los que se ha vuelto reconocido, sino que también logra conveer un personaje tridimensional que se siente sumamente humano, y cuya obsesión se ve impulsada por las intenciones más nobles que puede inspirar el conocimiento y la sed de aventura de los exploradores de antaño, sin dejar de lado su conciencia y pesar por los sacrificios que esta encomienda implica a un nivel emocional, particularmente desde el ámbito familiar.
En cuanto a los secundarios, un irreconocible Robert Pattinson (la saga «Crepúsculo»; «Agua Para Elefantes») destaca en cada escena que aparece, como el alcohólico pero leal Henry Costin, quien acompaña a Fawcett en cada una de sus expediciones sin dudarlo, y aporta buenos momentos de comedia sutil, reflexión, y tensión. Por otro lado, una breve aparición de la reciente estrella en asenso, Tom Holland («Lo Imposible»; «Spider-Man: De Regreso a Casa»), agrega una fuerte pizca de emoción al drama de la dinámica familiar en la vida de Fawcett, al interpretar al distanciado hijo de este último, con quien el explorador compartió su última expedición, en donde ambos desaparecieron misteriosamente.
Ahora, el aspecto en donde se destacan tanto pros como contras, es la narrativa de la historia, en donde se destaca una notoria sensación de realismo tanto respecto a los hechos que se retratan, como el tiempo que se toman para desarrollar cada uno de ellos. Si bien uno creería con el trailer y la sinopsis, que estaríamos frente a una película llena de acción y aventura, la verdad es que dista mucho de ser así.
La cinta de Gray retrata las aventuras de este explorador de la misma manera en que dichas expediciones deberían haber sido en esa época: travesías que implicaban días y días de planificación y tramitación de permisos burocráticos; dilemas personales por parte de quienes estaban involucrados, siendo que estarían meses fuera de casa sin garantía de que regresarían vivos; constantes amenazas naturales, como ataques de tribus indígenas y enfermedades e infecciones proporcionadas por el ecosistema de la selva; etc… Todo esto se ve con lujo de detalle en la película, al punto de que si bien asombra a momentos con el crudo realismo con el que se abordan los hechos, también lleva a que otras instancias se alarguen de sobremanera en cuanto a la exposición y el diálogo, volviéndola una producción que tal vez no vaya a ser para el gusto de todos, o al menos no para aquellos que esperaban una aventura adrenalínica de principio a fin.
Para resumir, «Z, la Ciudad Perdida» es sin duda una película que tiene mucho para admirar, tanto desde una perspectiva técnica como una narrativa. Es una experiencia que si bien puede no resultar del gusto de quienes esperan una aventura convencional, ofrece una que se siente real de acuerdo a la época y lo hechos que la constituyeron con lujo de detalles, tanto en los momentos de alto riesgo, como en los de peso dramático y emocional, compactando todo en una historia que puede ser tan cruda en su realismo, que la hace sentirse completamente humana. Con una bella cinematografía y ambientación, y unas actuaciones notables, es una película que sin duda recomiendo a todos los amantes del cine, y a quienes les gustaría sentir lo que realmente sería explorar lo inexplorado.
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