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Al fin ha estrenado en Netflix «El Camino: Una película de Breaking Bad», la esperada continuación de una de las mejores series de la historia de la televisión. Tras 6 años desde la emisión del último capítulo, la película nos muestra qué sucedió con uno de los personajes más importantes de la trama: Jesse Pinkman.
Sinopsis: Tras un escape milagroso, Jesse recorre las cicatrices del pasado en busca de alguna huella que lo guíe hacia el futuro.
Con muchas expectativas nos enfrentábamos a una película que guardó todos sus detalles para el final; pocos adelantos reales junto a una sinopsis muy escueta finalmente dieron paso a una cinta de dos horas que finalmente pudimos disfrutar este viernes.
En cinco muy bien pensadas temporadas, Breaking Bad se centró en la historia de Walter White y su corrupción, por lo que a pesar de lo importante que resultaba Jesse Pinkman en la historia, su final fue dejado un poco a medias.
«El camino» llega a saldar esa deuda, centrándose totalmente en qué ocurrió con Pinkman luego de su huída al final de la serie, retomando exactamente donde lo dejamos en 2013 y abandonando cualquier otro personaje que hayamos visto que no tenga directa conexión con él.
Si has visto la serie más de una vez, te quedará claro el papel que asume cada uno de estos dos protagonistas, que se acentúa con el pasar de los capítulos: Walter es una personaje con un comportamiento social irreprochable, pero al que la vida ha decidido enfrentar a su verdadero yo, revelando una personalidad ambiciosa, oscura y despiadada. Por el contrario, Pinkman es una persona buena en esencia, pero cuyo camino se ha torcido de tal manera que solo lo lleva a tomar malas decisiones, lo fuerza a cometer acciones terribles que lo dejan donde está hoy: Frente a una ventana al abismo.
«El Camino» ahonda en las vivencias de Jesse durante el último periodo de la serie, dejando en evidencia las experiencias que lo transformaron en la persona que es luego del trauma: alguien sin nada que perder, y por lo tanto, sin miedo. Pinkman ha sufrido un quiebre completo, en donde nunca más podrá ser quien conocimos a inicios de la serie. Su pasado y presente están fuertemente distanciados por una marca de violencia, abuso y lucha por la supervivencia, y para poder continuar necesita convertirse en una persona nueva, alejada de todo aquello que destruyó su vida.
La cinta apela mucho a nuestra conexión emocional con el personaje y está totalmente enfocada en los fanáticos nostálgicos de la serie. La narración en sí carece de un clímax, pues es desde ahí de donde nace, pero transcurre mostrándonos cómo finalmente el personaje muda de su antiguo ser para finalmente lograr huir de su cárcel, la que hace tiempo ha dejado de ser puramente física.
Con un toque que posee un deje de romanticismo (por la creación, la historia y los personajes), la película se aleja de la acción que dominó las últimas partes de la ficción para entregarle a Jesse la redención que el personaje merece durante toda su historia, pero que la serie se niega a entregarle. Un producto bien construido, con el mismo cuidado que pudimos apreciar en Breaking Bad, pero con un tono totalmente diferente. Sin duda el regreso que el personaje merecía.
Quizás esté de más recalcarlo, pero es totalmente necesario haber visto Breaking Bad para poder apreciar y entender esta película, por lo que si no son seguidores de la serie, este no es su lugar.
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