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“Ellas Hablan” (Women Talking) es una de las últimas nominadas al Oscar en llegar a las salas, la única de la lista de películas dirigida por una mujer. Una cruda historia inspirada en hechos reales de una época demasiado cercana a la actual para no conmovernos, inspirarnos y aterrarnos a la vez.
Sinopsis: Un grupo de mujeres en una colonia religiosa aislada lucha por reconciliar su fe con una serie de agresiones cometidas por los hombres de la colonia.
La historia está inspirada en un libro de la autora Miriam Toews, que a su vez está basado en los hechos reales ocurridos en una colonia boliviana menonita entre los años 2005 y 2009, aunque se habla de que se extendió por mucho más que eso.
Según lo reportado tras un gran silencio , las mujeres declararon despertar con evidentes señales de haber sido sexualmente atacadas durante la noche. Los hechos fueron ampliamente desestimados por la comunidad, declarando que se trataba de «imaginaciones femeninas», «actos fantasmas» o derechamente «represalias demoniacas», quienes se enfocaron a defender y «rescatar» a los agresores. Posteriormente, y gracias a que se logró capturar a algunos de los perpetradores, se supo que los ataques eran cometidos gracias al uso de sedantes para animales y bajo la protección y silencio cómplice de todos los hombres de la comunidad, existiendo víctimas de todas las edades en un rango entre los 3 los 65 años.
La autora, que a su vez fue parte de una colonia similar aunque mucho menos restrictiva en Canadá, reimagina y abre la puerta a un «que hubiese pasado si» a través de algo tan simple como la comunión y el diálogo, con una perspectiva feminista sumamente inspiradora. El título es simple, pero de trasfondo profundo. En este grupo de mujeres oprimidas por las reglas pero inspiradas por la religión, el hablar se transforma en cuestionar, y cuestionar es en sí mismo un acto de rebelión.
Su religión es de base pacifista y con una creencia profunda en que el amor es la motivación que debe existir en todas las cosas. Es por esto que, además de la gravedad propia de la agresión, estos actos sistemáticos de violencia a los que son sometidas remecen profundamente su estilo de vida, sus creencias y su humanidad. Este grupo de mujeres, aisladas del mundo, la globalización y la humanidad con el fin último de ser protegidas de todos sus males se ven enfrentadas al demonio mismo en el lugar que se suponía era su máximo refugio.
Es así como un grupo de mujeres, en un escenario fruto de la imaginación, decide llamar a la acción e invitar a las demás miembros de la comunidad a decidir sobre su futuro a través de tres opciones: Quedarse y no hacer nada, quedarse y pelear o irse.
A medida que van analizando todos estos hechos, se las ve transitar desde la ira, la decepción, la tristeza y la humillación a la esperanza e inspiración que solo el sueño de libertad y el perdón pueden entregar. La cinta no es un retrato de la violencia y el dolor al que son sometidas estas mujeres (de hecho el único hombre con participación activa en la historia es también un exiliado), sino que es una ventana de esperanza a un camino en donde existe una alternativa, una vida libre de violencia y regida por el amor, tal como les fue prometido. Poco a poco van descubriendo y resignificando como este acto que en un comienzo estaba fundado en el miedo finalmente se transforma en un acto de fe, perdón y amor, el que logran únicamente gracias a la unidad entre mujeres.
Gracias al diálogo que en cada escena cobra más sentido, las mujeres comienzan perdonándose a sí mismas y a partir de ahí, logran canalizar su búsqueda hacia la libertad. El poder de decisión, la capacidad de reflexión, la unidad y la democracia como herramientas reformantes de la realidad, y pilares estructurales de cambios profundos y esperanzadores. En la historia, el castigo no es venganza, es la seguridad de que no volveremos a ser heridas, amenazadas o coartadas de nuestro futuro.
Y es aquí donde radica la fuerza de la cinta: Unirse, sacar la voz y dar un paso al frente parece ser la única forma de mantener la esperanza y encontrar nuestro camino a la libertad. La sororidad como arma estructural frente al patriarcado y la misoginia.
La dirección de Sarah Polley le entrega a la historia un peso y una dignidad muy necesaria a la hora de tratar este tipo de temas, en donde las víctimas ya han sufrido todo el peso de su realidad, por lo que se vuelve totalmente innecesario volver a exponerlas. entiende esto muy bien, y es capaz de guiarnos a través de la gravedad de los hechos sin la necesidad de la violencia gráfica, si no que con un simbolismo mucho más significativo.
Todo este potente guion es representado con una fuerza tremenda por el elenco que es capaz de abarcar la variedad de posturas y emociones que se viven frente a hechos como estos, en donde niñas, jóvenes y ancianas son reflejo de distintas vivencias, dolores, heridas y posturas, pero que finalmente convergen en este potente mensaje.
Nominada a mejor guion adaptado y a mejor película en los próximos premios Oscar (ignorada en actuaciones y dirección), “Ellas Hablan” (Women Talking) es una cinta sin duda potente y conmovedora, tanto en su crítica a la violencia machista como en la esperanza puesta en la sororidad.
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