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La nueva serie de Netflix, dirigida por los Hermanos Duffer, Stranger Things, es un tremendo homenaje a los 80’s. Con una dirección de fotografía notable y una banda sonora muy inmersiva, nos transporta de lleno al pasado durante sus ocho episodios.
Sinopsis: En pleno 1983, Will Byers (Noah Schapp) desaparece misteriosamente y su grupo de amigos, Mike (Finn Wolfhard), Dustin (Gaten Matarazzo) y Lucas (Caleb McLaughlin), salen en su búsqueda y se encuentran con la misteriosa y enigmática Eleven (Millie Bobby Brown), una niña de 11 años que habla bastante poco. Mike, con algo de resistencia del grupo, decide acogerla en su hogar a escondidas. Mientras tanto, Joyce Byers (Winona Ryder), madre soltera de Will, está desesperada sin encontrar a su hijo y también saldrá en su búsqueda junto con Jim Hopper (David Harbour), el estereotipado jefe de policía alcohólico con un trágico pasado, encontrándose eventualmente al antagónico Dr. Martin Brenner (Matthew Modine).
En una compleja lucha de poderes, los niños con la ayuda de Eleven por su parte, y por otra Joyce y Hopper; logran comenzar a descubrir la gigante conspiración que rodea la desaparición de Will. Todo ambientado en el ficticio pueblo de Hawkings, Indiana, en donde ocurren, digamos… cosas extrañas.
Stranger Things tiene grandes inspiraciones en diversas obras de los 80; su logo, por ejemplo, posee la misma tipografía que algunas portadas de libros de Stephen King, y algunas escenas o conceptos recuerdan y referencian a otros títulos, como E.T., The Goonies, Alien o Nightmare on Elm Street (y un perfecto homenaje The Shinning), sin dejar de lado la frescura de la serie y, a pesar de estar plagada de clichés, se crea un ambiente que se siente familiar y fácil de digerir, pero a la vez nuevo y diferente. Con muchos guiños a la cultura geek, desde que los personajes jueguen Dungeons & Dragons (Calabozos y Dragones), hasta menciones a Star Wars, The Hobbit y Lord of The Rings, entre otros, busca ganarse un espacio entre este grupo y convertirse en una serie de culto.
La historia, que nos entrega muchas más preguntas que respuestas, no posee un tremendo trasfondo, y sigue la tendencia impuesta por J.J. Abrams de contar historias con grandes misterios y poca trama. Un reparto de actores no muy conocidos, con algunas contadas excepciones, unas actuaciones que en algunos casos se convierten más en personajes trillados y repetidos, hacen que Stranger Things posea su mayor fuerza en la puesta en escena de la serie. Con una dirección de fotografía a cargo de Tim Ives, quien participó en la serie Girls y algunos episodios de House of Cards (también de Netflix), nos logra meter de lleno en el contexto; cada toma tiene su razón, y logra verse profesional y a la vez ligeramente descuidado, como si fuese un testimonio grabado con una cámara común y corriente (a pesar de ser grabado en 4K). Un paisaje muy desolado, con lugares fríos, y muy carentes de luz, nos hacen sentir inmersos en esta ciudad que se siente muy similar a la que vemos en Wayward Pines (los Hermanos Duffer participaron como guionistas en algunos episodios de esta serie), y nos hace sentir una gran curiosidad de la historia de este lugar.
La música original de Stranger Things, a cargo de SURVIVE, está plagada de sintetizadores y sonidos con tintes Vaporwave que nos movilizan directamente a la época de los 80, llenando cada vacío con un sonido misterioso, enigmático y cargado de emociones. Por su parte, la banda sonora de la serie está escogida de manera perfecta, reflejando la variedad de música de la época. El clásico rock romantico de Toto, las rebeldes guitarras de The Clash, y las dulces voces de The Bangles, además de un perfecto cover de Peter Gabriel de la afamada Heroes de David Bowie, hacen pasar por alto que algunas de estas canciones fueron lanzadas bastante después de la época en que está ambientada la serie.
Stranger Things a ratos se siente como muchas historias distintas, con conceptos e ideas prestados de otras obras, pero logra armar un producto honesto que no reniega de sus inspiraciones. Es una serie de terror que no busca asustar, es una obra de suspenso que no nos tendrá en la punta del sillón, es ciencia ficción, sin aspirar a explicarnos todo. Es también, sin lugar a dudas, una historia novedosa, pero que ya habíamos visto antes.
En definitiva, la última apuesta de Netflix, Stranger Things, llena un vacío que no sabíamos que teníamos, y sus ocho episodios (que se sienten más como una película de ocho horas que una serie de televisión) son totalmente recomendados para dedicarle un fin de semana de corrido.
Stranger Things se estrenó el 15 de julio de 2016 y está disponible de forma exclusiva en Netflix.
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