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Luego de que Netflix dispusiera la totalidad de los capítulos en línea (ojo, ya es costumbre y también su sello característico) de la exitosa serie “House Of Cards”, nos dispusimos a ver como Frank Underwood (Kevin Spacey) logra desenvolverse como presidente de los Estados Unidos de América.
Esta tercera entrega tenía retos muy grandes que vencer. ¿Cómo cuáles? Principalmente, el hecho de mantener atentos a una audiencia fiel que espero dos largas temporadas (hay que recordar que cada capítulo ronda los 45-50 minutos de duración) para que el manipulador Frank Underwood llegase por los medios que fuese a la presidencia más poderosa del planeta. Sumado a esto, se debían crear nuevos intereses, conflictos y enredos que estuvieran a la altura de los nuevos retos personales de los personajes, considerando que existen otros personajes tan poderosos como el mismísimo señor presidente. Me refiero al de su esposa y compañera de planes, Claire, quien va escalando en este intrincado mundo político que muestra la serie, asumiendo roles y enfrentando a sus rivales tanto locales, como extranjeros; y sumando turbulentos conflictos internos que enriquecen a esta increíble pareja.
Por otro lado, también está la historia de Douglas «Doug» Stamper, ex mano derecha de Underwood y quien tras una larga y tediosa rehabilitación (por un hecho destacado del final de la segunda temporada, el cual usted si lee esto debiese conocer) debe encontrar la manera de volver al mundo político y de mostrarle a Frank que todavía es útil. A su vez, vemos como la relación de Jackie Sharp y Remy Danton va pasando por diferentes etapas, donde esta tercera temporada muestra sus lados más humanos, sus intereses más personales y las decisiones que generarán más de un interés compartido.
Hay que destacar que siempre las caras nuevas son importantes, y bajo esta perspectiva, aparecen y se meten dentro de este eje político varios personajes que darán la lucha por ser escuchados, que enfrentarán al mismísimo presidente y que probablemente te dirán: «Ven, únete a nosotros. Podemos destruir este gobierno de mentiras y manipulaciones».
Una tercera temporada decisiva, donde los verdaderos sentimientos salen a flote, donde se quiebran relaciones y donde la autocrítica se hace un festín con cada personaje. Existe esa rica combinación entre suspenso, acción, muerte y el «que sucederá».
Véala, regocíjese y contemple una historia muy bien armada, elegante y por sobre todo… muy inteligente.
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