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Si bien «Perros de la Calle» fue un éxito a nivel crítico para Tarantino, su estatus de película independiente (y falta de mayor marketing) llevó a que esta fuera un éxito moderado en taquilla dado que no muchos fueron a verla siendo que ni sabían de su existencia o contenido. Todo eso cambió cuando el director estrenó «Tiempos Violentos» («Pulp Fiction») en 1994, recibiendo aclamación unánime en los circuitos internacionales, arrasando en la taquilla, y cementando el estatus del cineasta como «El Rey del Diálogo» en la cultura mainstream, al ser su cinta más recordada y citada hasta el día de hoy.
Sinopsis: La vida de un boxeador (Bruce Willis), dos sicarios (John Travolta y Samuel L. Jackson), la esposa de un gángster (Uma Thurman) y dos bandidos (Tim Roth y Amanda Plummer) se entrelazan en una historia de violencia y redención.
«Tiempos Violentos» es probablemente el referente principal del que todo el mundo habla cuando Tarantino sale a flote como tópico de conversación. Las líneas memorables, las escenas inolvidables, la increíble banda sonora, las astutas referencias de la cultura pop, y la impecable cinematografía; todos los aspectos que componen por definición a una película de este director se despliegan de forma clara e icónica en este filme.
En esta ocasión, el cineasta hace un homenaje a las películas policiales y criminales de los años 70′ que sacaban gran inspiración de las novelas pulp (de donde viene literalmente el título de la cinta) que se consumían en EE.UU. de forma popular en esos años. Historias llenas de violencia, erotismo y situaciones surrealistas en más de una ocasión; en pocas palabras, una fórmula más que idónea para que Tarantino la adaptara a la pantalla grande.
Hablar de esta película es como hablar de una cinta que no puedes describir realmente por lo que es, sino por lo que te hace sentir. Es una experiencia única que nunca sabes hacia dónde te va a llevar; te hace reír, te incita tensión, te extraña a momentos, es básicamente una historia que evoca una gran mezcla de sentimientos, tanto así, que resulta ser una narrativa tan carismáticamente extraña, que resulta imposible resistirse a querer vivirla una y otra vez.
A nivel narrativo, Tarantino sigue con la misma linea anacrónica que usó en «Perros de la Calle», sólo que en esta ocasión, a pesar de no tener razón alguna (en términos de los sucesos que ocurren en la historia) para ser desordenado en la manera que separa las distintas viñetas que componen la película, lo hace de una manera que juega con las expectativas de los espectadores de forma increíble, tanto así que logra generar más de un giro inesperado una vez que recién comienza el tercer acto.
Asimismo, ciertamente se puede decir que esta es la película de Tarantino donde todos (y me refiero a absolutamente todos) los personajes son memorables ya sea de mayor o menor forma. Ninguno se siente de sobra, todos tienen por lo menos una línea de diálogo digna de citar en más de alguna ocasión (hasta un personaje que ni siquiera hace más que gritar resulta memorable; el cual por temas de spoilers no diré cuál es, pero para los que saben, diré que usa mucho látex/cuero), sin mencionar que son pocas las películas que tienen la distinción de hacer que una conversación sobre los nombres de las hamburguesas sea una innegablemente cool.
Aún con dos horas y media de duración (una hora más que su predecesora), la película fluye de una manera fantástica que nunca suelta. Todo resulta llamativo, desde la maestría del diálogo hasta el ritmo penetrante de cada nueva pista musical que acompaña su respectiva escena, y para qué hablar de los momentos de mayor acción (la escena de la jeringa es algo que ningún cineasta podrá alcanzar jamás).
«Tiempos Violentos» no es sólo una gran película, sino que es una que le hace justicia al término «cine de culto». Es una experiencia única donde nada se olvida y todo es esencial para lograr esa impecable suma de sus partes. Llena de estilo y glamour, un ritmo sensacional, y frases para repetir una y otra vez, esta es sin dudas una cinta digna de repetirse varias veces a lo largo de los años, e indudablemente, el filme que demuestra que Tarantino es un inigualable Bad Motherfucker.
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